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EL REFERÉDUM Y LA “CABAÑA PERÚ”

Luis Alberto Arista Montoya* Nuestra patria es como una casa, mejor dicho como una vieja y tradicional casona. Supuestamente la morada donde convivimos los peruanos deseando, eso sí, vivir en con tranquilidad en el orden. De un tiempo a esta parte esta morada

EL REFERÉDUM Y LA “CABAÑA PERÚ”



17/12/18 - 07:49

Luis Alberto Arista Montoya*

Nuestra patria es como una casa, mejor dicho como una vieja y tradicional casona. Supuestamente la morada donde convivimos los peruanos deseando, eso sí, vivir en  con tranquilidad en el orden. De un tiempo a esta parte esta morada  parece  una “casa tomada” por los otros: por seres moralmente  reprochables, con un gran poder económico sucio (grupos de poder, poderes fácticos, mafias)

En 1946, el escritor argentino Julio Cortázar- eximio integrante del Boom de la Literatura Latinoamericana de los años 60- escribió “La casa tomada”, extraordinario cuento que ahora utilizamos como metáfora para referirnos a la  “Casa Perú”. En el cuento fantástico de Cortázar, la casa es invadida y tomada por personajes extraños, intrusos que producen susurros, ruidos imprecisos, acompañados por raros elementos que provienen del exterior, como si fueran ratas y ratones que roen puertas, ventanas, muebles. Como un trotar de ratas. ¿A quiénes infunden miedo y terror?: lógicamente a las personas que la habitan. Es un caserón tétrico, una misteriosa mansión en decadencia.

De tanto permanecer cerradas  puertas y ventanas, las bisagras se oxidaron, infundiendo ira en sus ocupantes que no pueden salir y sufren de claustrofobia. Como en  “A puerta cerrada”, la obra de teatro existencial de Jean Paul Sartre.

Hace tiempo que la “Casa Perú” ha sido tomada por gente miserable (extranjera y nacional) como si fueran ratas engendradas por empresas extranjeras corruptas (como Odebrecht y otras) que se hermanaron con  ratas/ratones de nuestra propia casa (empresarios corruptos, políticos angurrientos, jueces y fiscales venales), y terminaron  tomándola e infestándola. Asentaron una especie de cultura corruptígena que ha contagiado a casi todo el tejido político-social de nuestra endeble democracia. A nivel de líderes se ha producido la decadencia y caída de casi todo el mundo.

Felizmente que la propia gente que la habita, es decir, la ciudadanía que ejerce  voluntad política de opinión  a través de la Academia, de los medios de comunicación tradicionales y de las redes sociales, está reaccionando y acaba de encausar y canalizar su ira colectiva mediante el Referendo,  cuyo resultado le ha sido abrumadoramente favorable a su convocador: es decir, al Señor Presidente Martín Vizcarra,  político provinciano que acaba de ser plenamente legitimado por el gesto participativo de la población.

 Se ha producido el efecto bisagra: las puertas y ventanas de la esperanza se van abriendo lentamente, pues muchas de esas bisagras estaban enmohecidas, oxidadas. El Presidente y su equipo, avalados por el plebiscito ciudadano, acaban de lijarlas y  aceitarlas. Se están abriendo de par en par.

Los viejos  maestros carpinteros  nos enseñan que una bisagra es una pieza de dos hojas unidas o combinadas que tiene   un eje común (gozne); sujeta una hoja a un sostén fijo  y otra hoja a la puerta o tapa, permitiendo el giro fluido- de ida/vuelta-  de ambas, si han sido bien aceitadas por supuesto.

Metafóricamente, el referendo del pasado domingo ha sido(es) como una bisagra del gran portón del caserón peruano que había sido tomado impunemente por los corruptos. El gozne, los tornillos y las hojas estaban corroídos por el óxido de la corrupción. Puertas y ventanas no se abrían(o se abrían a medias), mientras adentro ratas/y ratones  trotaban de un lado a otro disputándose  tajadas de coimas, de prebendas.
 
Una de las hojas de esta bisagra aún  no gira, permanece  aferrada a las pasadas prebendas; la otra hoja (promovida por el referendo), en cambio, gira hacia adelante, apuntando hacia el futuro inmediato. Bajo este viejo portón con  bisagras que chirrian pero  que empieza a girar lentamente de cara a puertas del Bicentenario: efeméride que deberá servir como punto de partida para refundar el Perú, para que nunca más sea tomado por gente miserable.

En el imaginario colectivo de los electores este efecto bisagra ha sido saludable. Una condición emocional. Pues ha empoderado a la democracia directa, al sentimiento participativo del ciudadano que espera volver a confiar en otro tipo de actor político. Ha canalizado la ira colectiva que hervía peligrosamente en una gran olla de presión. El Perú no es un estado fallido. Es viable. Es futurible. Está pendiente.

Y, como en otras oportunidades, terminamos este editorial con unas sabias palabras pronunciadas por el maestro Jorge Basadre en 1958 cuando ante la Cámara de Senadores sustentó el presupuesto del Ministerio de Educación. Dijo con claridad lo siguiente:
    Había una vez- contó Basadre- unos hombres que habitaban en una cabaña. Alguien, entre ellos, dijo un día: “Esta cabaña es lóbrega y las cosas que aquí nos rodean, primitivas. Lo mejor es prender fuego a todo lo que está hacinado”.

    Otro opinó: “Lo que conviene es solamente sacar el mayor provecho de lo que puede servir a nuestra propia conveniencia y lo demás no importa”.

    Un tercero afirmó: “Todo esto es sucio y deplorable. Lo único aconsejable sería escaparse, huir”.

    Pero había un cuarto interlocutor y el punto de vista de este era el siguiente: “No nos satisface todo lo que aquí ocurre. La cabaña y lo que en ella existe no se adapta del todo a nuestros anhelos. Pues bien,, con lo aprovechable en los materiales de ella y con otros materiales que aportemos todos, tratemos de levantar una morada mejor y con nuestra fe erijamos algo que continúe y prolongue y vitalice la fe de antaño”.

Esa cabaña en restauración ahora se llama Perú. Esas  atinadas palabras del maestro Jorge Basadre caen, en estos momentos de pesimismo casi generalizado, como anillo al dedo. Porque todos los peruanos debemos estar comprometidos con nuestra Patria Grande  como con nuestra Patria Chica- que  en este caso es nuestra Región Amazonas.

 Debemos comprometernos todos todo el tiempo en hacer que la “Cabaña Perú” vuelva a ser habitable bajo una cotidiana tranquilidad en el orden, que es la verdadera paz.
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*EDITORIAL.  Para Radio Reina de la Selva. Lima 17 de diciembre del 2018. Luis Alberto Arista Montoya.


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