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EL FESTIVAL DEL ARROZ O EL OTRO “BAGUAZO”

Luis Alberto Arista Montoya* “No solo hay plantas, pájaros y animales en la selva, también existimos nosotros”, nos dijo Rojas W. Inpi, presidente de la Federación de Comunidades Awajun-Wampis del Santiago, meses después del “baguazo”.

EL FESTIVAL DEL ARROZ O EL OTRO “BAGUAZO”



05/06/19 - 04:53

Luis Alberto Arista Montoya*

 “No solo hay plantas, pájaros y animales en la selva, también existimos nosotros”, nos dijo Rojas W. Inpi, presidente de la Federación de Comunidades Awajun-Wampis del Santiago, meses después del “baguazo”. 

    Resulta que ese “nosotros” -propio de su cosmovisión mágica, donde el yo/tu no existe- ha sido sustitutito  por “Otros”: concepto  acuñado hace tiempo y descolgado tendenciosamente  del tendedero académico occidental por algunos que viven (y ¡viven bien!) de una supuesta defensa de los derechos humanos de los pobres, los excluidos, los otros.  La “otredad” como bálsamo conceptual de carácter ideológico.

    Veamos algunas constataciones:

- Las poblaciones indígenas amazónicas viven por debajo de la línea de pobreza, graficada en una quíntuple A5: abandonadas,  apocadas,  agredidas, arrinconadas  por un Estado sin contextura nacional; y, por tanto, sobreviven autárquicamente.

  -  Cuando el año 2004  -luego de planes y proyectos gestados desde el centro del poder- este Estado intentó involucrarlas al desarrollo nacional con iniciativas legislativas (Ley de la Selva), pero sin ser consultadas y debatidas suficientemente en el Congreso, generó un inusitado y amplio rechazo que desembocó en un  violenta revuelta indígena y nativa : el “Baguazo”, que generó muchos muertos.

-  Porque estas poblaciones tienen altos niveles de fragmentación y una acendrada desconfianza  ante los “otros” diferentes a ellos (alimentada por  la ideología de la “Otredad” de ciertas ONG) haciéndoles no proclives al “diálogo intercultural”, que tanto esgrimen desde el poder central. Lo que hizo difícil cualquier consulta previa (salvo con los mestizos criollos(o acriollados) y colonos que asumen muchas veces  su representación). 

 -El Congreso,  posteriormente (en forma tardía) aprobó la Ley de Consulta Previa* vinculada al convenio 169 de OIT. Bagua tiene 100,643 habitantes, Utcubamba 136,672 y Condorcanqui 43, 207. Sumados hacen mayoría  electoral en Amazonas. Nativos, mestizos, criollos, colonos, invasores, misioneros, evangélicos; traficantes de madera, mineros informales, peones golondrinos, académicos de ONG, segmentan tensionalmente ese mapa demográfico.

-  El operativo policial de desalojo en  la fatídica “Curva del Diablo” (ubicada en el lugar conocido como El Reposo, en plena carretera Fernando Belaúnde Terry) fue planeado y ejecutado con apresuramiento. Solo un par de oficiales de la Policía Nacional conocía la zona por ser oriundos de Amazonas (pero no participaron en el desalojo). Los policías enviados desde Lima a ese territorio de infernal clima sudaron la gota gorda. Hubo ofuscación.  Rabia e Ira contenida en los nativos, según nos informó un periodista de la zona. Pronto se llegó al enfrentamiento porque los nativos habían bloqueado por varios días la carretera Fernando  Belaúnde más una estación del oleoducto de petróleo. Y la orden presidencial fue desalojar a “esos ciudadanos de segunda clase” como sea, en el menor tiempo posible. Gravísimo error, culpabilidad arrastrada hasta hoy en día.

-  La descontrolada y criminal respuesta de la población, desbordó las órdenes de los líderes negociadores, desplazados por  líderes radicales (algunos de estos últimos arribaron días antes desde la selva central, desde el Cuzco, Madre de Dios y Puno,  desde Lima; incluso terroristas reciclados). De ahí que la tesis de la manipulación y azuzamiento externos no fuera tan  descabellada.

 - Nadie previó que la violencia brotara en Bagua, más bien las “condiciones objetivas y subjetivas” estaban dadas para que se produjera en la Selva de Satipo y en La Convención. Los líderes violentistas se desplazaron a Bagua: tomaron el estratégico puente de  Corral Quemado, bloquearon la Carretera Marginal (por donde  transitan diariamente más de 80 buses y cerca de 200 camiones),  destruyeron  parte del oleoducto,  azuzaron y asustaron a esas ingenuas poblaciones nativas bajo la coartada de la privatización de sus  bosques, ríos y lagunas. Es que no fueron consultadas previamente. Cundió el miedo, el terror. 

- El saldo trágico: Un criminal enfrentamiento entre hermanos que se debaten  en ser iguales dentro de una utópica unidad en la  diversidad. Las víctimas: 24 policías muertos, más diez nativos. Una herida que aguadija hasta hoy, muy difícil de restañar, está a flor de piel. Toda una población estigmatizada.

     No solo cabe pena y lamento en estos tiempos. Estas poblaciones tienen que terminar siendo incluidas socialmente dentro del “cuerpo de nación”  de la sociedad peruana. Y la promoción del turismo comunitario y vivencial (como el Festival del Arroz)  ayudará a recuperar la confianza colectiva, poco a poco. 
 
        Esas poblaciones necesitan construir  otro “baguazo” de carácter positivo: un boom cultural a través de la promoción turística  cultural y natural,  porque tanto Utcubamba como Bagua tienen ricos asentamientos arqueológicos, hermosos paisajes culturales; promisorias y bellas chacras de Agricultura Familiar; ríos navegables, pongos, lagunas y cataratas. Además este territorio constituye la puerta norte de entrada al umbroso Valle Sagrado de los Chachapoya

    Al respecto Charles Taylor escribe “Nuestra identidad se modela en parte por el reconocimiento o por la falta de éste; a menudo también, por el falso reconocimiento de otros, y así, un individuo y grupo de personas puede sufrir un verdadero daño, una auténtica deformación si la gente o la sociedad que lo rodean le muestran, como reflejo, un cuadro limitativo, o degradante o despreciable de sí mismo. El falso reconocimiento o la falta de reconocimiento puede causar daño, puede ser una forma de opresión que aprisione a alguien en un  modo de ser falso, deformado y reducido” (*1993, El Multiculturalismo y “la política del reconocimiento”, Fondo de Cultura Económica; págs.43-44).

     Reconocer al “Otro” en su mismidad, sin intermediarios. Que por sí mismo asuma su presencia, tome la palabra, tome conciencia, tome posición y tome decisiones. Eso sí, apostando entre todos los peruanos de toda laya  por una “fusión de horizontes”  en busca del futurible Bien Común.
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*A MANERA DE EDITORIAL. Este texto es un adelanto del  próximo libro de Luis Alberto Arista Montoya, que próximamente será publicado por la Universidad de San Martín de Porres. Lima 4 de junio de 2019.

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