En el Museo de Arte de Lima, recientemente se inauguró la muestra titulada “Redes de Vanguardia: Amauta y América Latina, 1926-1930”, donde se revisita la trascendencia que tuvo y tiene la revista “Amauta” fundada por el periodista, político y filósofo José Carlos Mariátegui (nació el 14 de junio de 1894- falleció un 16 de abril 1930). Ayer domingo 23 de junio del año en curso, el diario El Comercio informó profusamente sobre este hito cultural.

    Hoy 24 de junio en que se celebra la fiesta patronal de nuestro antiguo Colegio San Juan de la libertad, fundado mediante  Ley del 22 de enero de 1830 bajo el nombre de Colegio de Ciencias y Artes de San Juan de la Libertad- en reconocimiento de la gloriosa batalla  de Higos-Urco (6 y 7 de junio de 1821) a favor de la Independencia de Perú-, hoy escribimos este Editorial en homenaje de la memoria histórica forjada en nuestro glorioso colegio.

   Entonces, urdimos estos dos temas. Algunos alumnos de nuestra generación, perteneciente a la década de los años 60 del pasado siglo, comenzamos a leer los  Siete Ensayos de interpretación de la realidad peruana de Mariátegui, bajo la orientación de don Medardo Hidalgo, culto director de la biblioteca del Colegio San juan. Luego, durante nuestra vida universitaria conocimos sus demás obras y algunos ejemplares de la clásica revista Amauta que fundara, una de las mejores revistas americanas de su tiempo.

     ¿Por qué, la gente de la izquierda o de la derecha peruana no cuenta hoy con una revista con esa talla internacional? No lo sabemos. Lo cierto es que el ejercicio de la política se ha banalizado en nuestro país. ¡Qué lástima!

    Para el simposio Internacional “AMAUTA  Y SU ÉPOCA”, realizado entre el 3 y el 6 de setiembre de 1997, presentamos una ponencia, de la cual glosamos algunos párrafos en su homenaje. Vemos.

    José Carlos Mariátegui- decíamos, y lo ratificamos hoy- fundamentó su posición política y cultural en la filosofía marxista, utilizando básicamente el discurso tipo ensayo y el discurso del periodismo cultural. Fue un intelectual comprometido. Todo el cuerpo de su teoría estuvo vertebrado por su adhesión a la concepción marxista de la Historia, cuya génesis está en la temática de su entorno contemporáneo, que lo supo abordar a través del ejercicio periodístico y revisteril.

    Sin embargo, recibió también el influjo de otras corrientes del pensamiento y arte, tal como se puede apreciar en las páginas de la revista AMAUTA, y, ahora, en la muestra tipo mural iconográfico que se presenta en el Museo de Arte de Lima.

    La práctica de este periodismo cultural hizo que elaborara un marxismo libertario, trascendiendo las formas deterministas, dogmáticas y totalitarias del marxismo ortodoxo y escolástico, de cuyo agotamiento las pruebas sobran hoy  en día (en el Perú, sobre todo a partir de la interpretación patológica y criminal que hiciera el terrorista Abimael Guzmán Reynoso, autodenominado marxista-leninista-maoísta-pensamiento Gonzalo; toda una chaifana, con perdón de la chaifanita, sabroso potaje peruano).

    Desde nuestro Aquí/Ahora, una relectura transhistórica de Mariátegui a estas alturas no solamente debe significar una relectura de ese marxismo libertario, sino también una relectura de la relación de Mariátegui con otras filosofías que alimentaron su pensamiento, a la luz de la crítica de la modernidad occidental (realizada, hoy, por ejemplo, por el filósofo alemán  de izquierda liberal, Jürgen Habermas) y de la instalación de la filosofía posmoderna en el panorama actual(como la de Gianni Váttimo y Peter Sloterdijk, por ejemplo).

    Existe un texto clave de Mariátegui sobre el problema de la “crisis filosófica”- que recomiendo leer a los jóvenes- que fue rescatado en 1972 por los editores de la revista Textual (N°s 5-6, del Instituto Nacional de Cultura-INC), que nos puede servir de punto de partida. La filosofía occidental, desde la época de los griegos hasta la actualidad, siempre ha evolucionado dentro de un estado crítico, a través de un tiempo de crisis. Ningún tiempo ha sido bueno para la filosofía, más aún en los tiempos de crisis moral como la que padece el Perú de hoy, porque la filosofía (que ya no es un simple “amor a la sabiduría”, sino un Saber) es una forma de pensamiento eminentemente crítico, cuestionador, vigilante y propositivo. Todo auténtico filósofo, como lo fue Mariátegui, es una especie de tábano que se mantiene  en estado de alerta dentro de la circunstancia histórica en la cual vive para tratar de salvarla.

    No hay (no debe haber) filosofía orgánica; es por eso que la filosofía, aparentemente, no “progresa”, o por lo menos el gran público no lo nota (ni la usufructa materialmente), a diferencia del desarrollo de la ciencia que sí es útil y eficaz para la vida del hombre.

    Es por eso que cuando los políticos de hoy en el Perú hablan de no cambiar la “esencia” de los proyectos de reforma política propuestos están tocando un tema filosófico…  lo que pasa- como dice el Chavo del 8- “es que fue sin querer queriendo”. Es decir: o no saben lo que dicen, o dicen lo que no saben. Pues, este vano debate entre esencialistas versus antiesencialistas, es fruto de la ausencia de ideologías políticas, como diría el Amauta José Carlos Mariátegui.

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