20/12/19 - 05:13
Luis Alberto Arista Montoya*
Los especialistas del Ministerio de Economía sostienen que gracias a las próximas fiestas navideñas y de año nuevo los índices de consumo público subirán notablemente, después de estar estacionados o a la baja en los últimos tres años. Esto no es un logro puesto que la gente comprará a todo dar para festejar y regalar a familiares y amigos.
La gente dilapida su aguinaldo e incluso se endeuda para quedar bien (aunque los pobres no tienen ese privilegio). Muchísimos son devorados por la sociedad de consumo, sin guardar pan para mayo, es decir, para invertir en próximas matrículas y estudios de sus hijos. El consumo tiene que ser moderado y necesario.
Por otro lado, niños y adolescentes son asediados por el mercado en estos días de inicio de vacaciones. So pretexto de que las vacaciones tienen que ser necesariamente útiles, en el mercado de consumo del tiempo libre una serie de instituciones- bajo la careta de prestar servicios sin “fines de lucro”- aparecen ofertando por doquier actividades “útiles” a favor- dicen- del desarrollo motor, cognitivo y emocional de los niños… Todo para que no joroben en casa.
El ansia de vacacionar es tan intenso en los escolares que salen corriendo, casi huyendo de las aulas (que en muchos colegios se han convertido en “jaulas” durante el año escolar), salen alegres, aplaudiendo y planeando sus días de vacaciones para relajarse.
No, mentira, no existen “vacaciones útiles”. En esencia las vacaciones son inútiles, gratuitas, gratificantes, existen para gozar de la vida. No hay derecho de obligar a los hijos hacer algo útil. Hay que dejarlos que elijan voluntariamente sus distracciones y ocupaciones: que practiquen deporte, que se diviertan con la computadora (bajo la mirada orientadora de sus padres), que vayan a fiestas, aprendan idiomas, que hagan turismo cultural, que duerman plácidamente las horas que quieran, etcétera, etcétera. Pero que ellos elijan libremente. Sin imposiciones.
Que ningún comerciante expropie sus vacaciones. El utilitarismo mercantilista niega el derecho de descanso y de ocio creador. Muchos ignoran que el cuerpo es el primer escenario de libertad y dignidad humana, pero que sin la dimensión espiritual del ansia de felicidad cae en la cosificación.
“Agua, piscina y comida, esto es vida”, expresaba el otro día un niño al iniciar sus vacaciones. Ese es un ejemplo del sentido del tiempo vacacional. Es por eso, a nombre de los niños: “¡Abajo las vacaciones útiles!”. Ojalá alguna vez todos los niños- especialmente los pobres- tengan la oportunidad de ir al colegio, tanto como el derecho natural al goce vacacional. Padres de familia no se dejen engatusar por los utilitaristas. Dialoguen con sus hijos, jueguen con ellos, viajen juntos. Que el celular no se convierta en la Trompa de Eustaquio del oído de padres, hijos y amigos… Solo el diálogo salvará al Perú.
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*EDITORIAL. Para Radio Reina de la Selva. Lima 19 de diciembre del 2019. Luis Alberto Arista Montoya.