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AVARICIA Y CODICIA

Pastillita para el Alma 21 – 05 – 2020 Dice Santo Tomás de Aquino: “La avaricia y la codicia, de todos los pecados capitales, es el mayor, porque es una ofensa directa a Dios” La avaricia viene de la palabra latina “avaritia” y es deseo desenfrenado de obtener riquezas y bienes.

AVARICIA Y CODICIA



21/05/20 - 06:23

Pastillita para el Alma 21 – 05 – 2020

Dice Santo Tomás de Aquino:
“La avaricia y la codicia, de todos los pecados capitales, es el mayor, porque es una ofensa directa a Dios” 

La avaricia viene de la palabra latina “avaritia” y es deseo desenfrenado de obtener riquezas y bienes. El avaro, el tacaño, el roñoso, es egoísta, se aprovecha de los demás, es incapaz de gastar, siempre va a dar la impresión de modestia, de buena gente, de sufrido, de justo y legal, con la finalidad de ganarse la confianza de sus víctimas. Erick Fromm define al avariento “como un pozo sin fondo que agota a la persona en un esfuerzo interminable de alcanzar satisfacer nunca una satisfacción”. En el término médico se define como una “disposofobia” cuyo trastorno de personalidad es el afán de acumular riqueza.

El codicioso, es aquel sujeto que tiene un interés inacabable de acumular riquezas y bienes, siempre aparenta ser un personaje respetable, conocedor de leyes, funge de decente y moralista, amigo de personas importantes e influyentes y no escatima esfuerzo de sacar ventaja de los más desposeídos o de los que tienen la mala suerte de depositar su confianza en ellos. 

Desde el punto de vista de la Neurociencia, ambos individuos, tienen problemas en la corteza de sus lóbulos frontales de su cerebro.

Es preferible ser conocido de un codicioso, que de un avariento, pero preferentemente, mejor de ninguno de los dos.

Esta clase de individuos, también abundan, bueno para tener un poquito menos de vergüenza, no solo en nuestra tierra, sino también en otros lugares de nuestro amado Perú, en que a través de las ondas de radio, se escucha como hay personas mal nacidas, y digo, no porque tuvieron un mal parto, cuando llegaron a este mundo, sino por los actos que hacen, pues no deberían  estar en la tierra, porque el vientre de sus adoradas madrecitas, donde vinieron sus hijos queridos, llora con lo que ahora proceden estos sujetos, con los pobres. 

En las mañanas, ahora que el tiempo sobra y con la finalidad de sentir, a lo lejos el sabor de nuestra tierra, escucho Radio Reina de la Selva y me divierte con las intervenciones de muchos de nuestros paisanos, que lucen sus atributos profesionales, dando sanos consejos e informando cosas interesantes para el desarrollo de nuestros pueblos. Halaga los temas editoriales, los comentarios políticos, muchos de ellos edificantes y uno que otro con el color de sus creencias partidarias, que sin tener en cuenta la pobreza material y moral, que viven algunos países de América, piensa que esta forma de gobernar, puede ser la salvación de nuestra patria.

No me cansa escuchar a mi hermano, que con su voz característica, dice a cada momento: “GRACIAS POR LLAMAR A REINA DE LA SELVA”, a veces interrumpiendo entrevistas de sumo interés, abusando de la paciencia de sus interlocutores.

La mayoría de estas llamadas son por lo general denuncias, que a mi modesto entender, con las disculpas del caso, me parecen que serían simples chismes, cuando no tienen la valentía de identificarse, con su nombre completo y con su DNI y de igual manera y más importante identificando con el nombre y dirección de la persona o la entidad a la cual denuncian, sobre todo en esta época, que hay algunos comerciantes, que sin ningún miramiento y sin compasión alguna, elevan los precios de los artículos de primera necesidad y también de los medicamentos, tan necesarios para la alimentación y la salud  de nuestra población.

¿Dónde se esconde la caridad y la nobleza que caracteriza a nuestra gente”
Seguro que los que ahora viven en nuestra bendita región Amazonas, son gente muy joven, que sus padres no les han contado como eran nuestros antepasados o son gente buena que ha venido de otros lugares y no están enterados de nuestros antiguos usos y  costumbres.

Allá por esos tiempos muy lejanos en que era muchacho, recuerdo que las portadas y las puertas de las casas no se cerraban y no había perros pastor alemán, rotwailler ni pitbull, a lo máximo perritos de Castilla, o chusquitos que siempre te movían la cola y si ladraban era para avisar que alguien llegaba de visita, no importaba a la hora de almuerzo o a la hora del rezo y nunca faltaba un plato de caldo y una tacita de café con su murón, pan de yema, su biscocho y su rajita de queso.

Cuando alguien mataba un chancho, se enteraba toda la vecindad y era obligatorio convidar la “costumbre” que era un plato de guiso de papas, con pedacitos de hígado y su “lapa” de purtomote con perejil y su porción de rocoto molido en una hojita de achira.

Claro que habían los mitchraz o los tacaños y miserables, como hay también en estos tiempos, que no comen un plátano por no botar la cáscara o cuando les llega la botella de trago, casi al final de su contenido, en una ronda de amigos, se hacen los desentendidos o los que el rato que pasa la alcancía donde se recoge la limosna en la misa, se hacen los muy devotos, cerrando sus ojos y golpeándose el pecho, pero son los primeros que llegan a la casa, después de la misa de difuntos o no se pierden ningún bautizo o cumpleaños, a los que llegan siempre sin regalo y con una sonrisa de oreja a oreja y no se pierden una guaracha ni un merengue y cuando termina gritan en voz en cuello “ala, ala, a la  cantina”, y son botarates, cuando es gratis y al siguiente día, aún rajan si es que no les tocó pierna o pecho del escabeche.

A estos malos cristianos, especialmente aquellos que ahora en la Pandemia, cuando nuestro pueblo se desangra…,  la muerte está en acecho, desea acabar con nuestra población y estos sin vergüenzas no tienen compasión y se aprovechan de la gente alzando los precios de los alimentos y los víveres en los mercados, en las farmacias, en los locales comerciales, es bueno que les denuncien identificándoles con su NOMBRE Y APELLIDO, EL NOMBRE DE SU ESTABLECIMIENTO, SU DIRECCIÓN  y peor aún sin son autoridades, para que los consumidores les identifiquen y les sirva como CASTIGO y caiga la vergüenza sobre ellos y además que nuestra gente haga la promesa de NO COMPRARLES EN TRES MESES, para ver si les gusta.

La denuncia pública es uno de los mejores remedios, sobre todo cuando hay injusticia, ya que muchas veces las autoridades que deben ser las que sancionan y fiscalizan no se dan abasto o son fácilmente engañadas, sin querer decir nunca, que van a caer en el soborno, Dios no lo permita.

“El avaro y el codicioso, siempre será el más rico del cementerio” 

Jorge REINA Noriega
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