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NADA ME DISTE, NADA TE DEBO

Pastillita para el Alma 27 – 03 – 19 Como dice Ciro Alegría, que este es un “Mundo ancho y ajeno”, o mi gran amigo don Manuel Rodríguez: “No nos quejemos doctorcito…, todavía vivimos”, frases, que, seguramente en otras circunstancias, pasarían desapercibidas, pero es el caso

NADA ME DISTE, NADA TE DEBO



02/04/19 - 04:57

Pastillita para el Alma 27 – 03 – 19

Como dice Ciro Alegría, que este es un “Mundo ancho y ajeno”, o mi gran amigo don Manuel Rodríguez: “No nos quejemos doctorcito…, todavía vivimos”, frases, que, seguramente en otras circunstancias, pasarían desapercibidas, pero es el caso, que cuando la ruma de los años han dejado huella y el vestido del alma, ya no luce radiante y esbelto, sino maltrecho, envejecido y adolorido y las noticias, de los que ayer fueron nuestros amigos, se adelantaron en su viaje a las estrellas yéndose para no volver y aquella señorita, que ayer te quitó el sueño, te coqueteo con sus movimientos cimbreantes y sus lindas veleidades, ahora es una abuelita cascarrabias y mal geniuda, que desea esconder, sin conseguirlo, sus escombros entre cremas, tintes y maquillajes, entonces te convences que es cierto, que estas viejo y que la imagen que te muestra el espejo, es tu propia realidad y que sin darte cuenta estás ocupando un lugar en la fila de los que hacen cola y esperan pasar esa puerta que te conduce al Más Allá, con tu eterna compañera que vino contigo desde que por primera vez viste la luz del día, se mantuvo a tu lado, silenciosa, calculadora y presumida, gozó de tus alegrías y participó de tus tristezas, jamás te secó una lágrima o te dio una palabra de consuelo y avanzaba segura de que al final iba a mostrar su guadaña filuda y detrás de ese manto lúgubre y tenebroso se sentirá triunfadora.

Algún día te diré, altivo y sin humillarme, consciente que ese es mi destino: “¡Me ganaste muerte!, pero viví como los buenos. Infinidad de veces detuve tus premuras y me pelee contigo como los valientes, sin achicarme, de igual a igual, sin bajar mi cabeza y aunque me arrebataste lo más grande que tuve en este mundo, seguí en la brega, cargando mi cruz, con dolor de corazón que nunca se fue, pero sin mostrarte mi herida que jamás cicatrizó”

¡Claro que me iré!, pero no, cuando tú quieres, sino cuando Dios, así lo disponga, mientras tanto deseo dejar como legado para los que vienen y no solo para mi familia, sino para mis amigos y los hijos de los hijos de mis amigos, recomendaciones que me dio mi padre, don José David Reina Rojas, al que lo llevaste con una neoplasia, pero te aviso Muerte, conmigo, con eso, no vas a poder.

Mi viejo me decía: Hijo en la vida se envidioso, pero que tu envidia sea para las cosas buenas, siempre trata de ser mejor o igual del que sobre sale; porque siempre ten presente que no es la suerte lo que hace progresar a un hombre, sino su esfuerzo, su deseo y voluntad de superación, aunque no hay dos personas que sean iguales física o espiritualmente, pero los actos buenos que se muestran deben ser estímulos de superación para el que los observa con buena intención.

Cuando hagas el Bien, jamás esperes reconocimiento o recompensa. Hace el bien por el bien mismo, porque un “gracias” al final de cuentas no beneficia ni significa nada, y muchas veces solo llena el ego del quien hace un favor. 

Jamás trates de cambiar a una persona y siempre respeta sus actitudes y comportamiento ante los demás, nunca sabrás que piensan o que sienten o que problemas los aquejan; se comprensivo y a todos míralos con ojos de piedad y hace como dicen los Evangelios “Ama a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo”. Recuerda, solo tú, eres capaz de cambiar, si te propones.

Las oportunidades no las desperdicies, tampoco te embarques de inmediato. Piensa en lo que vas a hacer y no te arrepientas si alguna vez perdiste, porque en la vida no siempre se gana. Nunca odies a nadie, ni guardes rencor. Aprende a perdonar y sobre todo a olvidar, porque si perdonas a alguien y la ofensa siempre está presente, tu perdón no sirve de nada ya que constantemente seguirá rascando en tu mente. 

En todos los actos de tu vida se humilde. La soberbia y la vanidad envilecen al hombre. Nunca creas que tú eres bueno, ni eres una maravilla, porque el único Bueno, es Dios y tú jamás serás igual a él. 

Date tu tiempo para estar en silencio, búscate y encuéntrate a ti mismo y ten la valentía de corregir tus errores. Imita al padre Knol, que todas las mañanas veía salir el sol, en el cerro de Shundor, mira el horizonte y conversa con nuestro Creador. (Aclaro que el padre Knol, fue un sacerdote alemán que llegó a Chachapoyas, después de la 2ª guerra mundial, era un hombre solitario, taciturno y silencioso, alojado en el seminario de Jesús María, que caminaba en la madrugada más o menos 4 kilómetros para llegar a lo que es ahora el aeropuerto de la fidelísima ciudad de Chachapoyas. En esa época había muchos sacerdotes extranjeros como los padres Guibel, Zolstanski, Razetto, de los que recuerdo).

A todos los que te pidan algo, no contestes siempre con aprobación. Aprende a decir “No” y cuando tengas que dar una respuesta, no lo hagas de inmediato; a veces el apresuramiento no siempre conduce a cosas buenas y provechosas.

Cuando tengas que gastar un real, una peseta o un sol, piensa cuanto tiempo te costó conseguirlo y lo fácil que es, cuando tienes que gastarlo.

Honra tus deudas y tu palabra, porque lo más grande que tienes es nuestro apellido, que no es tuyo ni mío, es una herencia de nuestros ancestros, y procura que se prolongue sin mancha en tus descendientes.

Respeta a tus mayores y se agradecido con tus maestros, porque ellos además de enseñarte conocimientos, te enseñaron sentimientos que no los encuentras en los libros. Pienso que ahora, en nuestra tierra, se ha perdido el buen hábito de saludarnos en la calle y la obligación, entre comillas, que teníamos los menores, de desear los buenos días, tardes o noches a nuestros mayores. Acá en Lima yo lo sigo haciendo y cuando salgo con mi nieto, un niñito de 7 años, me reclama y me dice: ¿Por qué saludas, si nadie te contesta? Mi respuesta es, que lo que vale, es que soy yo, el que les desea tener un buen día, aunque ellos no me acepten.

Sabio en sus consejos y enseñanzas mi querido padre, me dio tantas lecciones de vida, inclusive cuando en mi infancia caminaba a lomo de mulo, antes de que haya carretera, en sus viajes a Cajamarca, cuando iba a visitar su hacienda San Juan de Tinkat en Sendamal o a los hijos de su hermano Renán en Cajamarca, quienes ahora todavía recuerdan, como una ironía en mis años viejos, mis palabras de muchacho que les decía: ¡Hemos venido jugándonos la vida!, como si mi vida en esa época, como ahora, valdría algo.

Muerte, me acompañas y vives conmigo, pero ¡nada me das y nada te debo! 

Ya es muy poco el tiempo que nos soportamos, para mí se me va acabando; no traje nada y nada me llevo y solo dejo, con mucho honor, los Apellidos de mis dos Viejos, que son mi blasón y mi orgullo y los guardo sin mancha, ostentando la dicha de no haber hecho, voluntaria y conscientemente, daño a nadie, que yo sepa.

Me iré, cuando Dios quiera, sin mirar atrás
Sin una muestra de dolor, en mis gestos
Con la alegría de haber vivido, sin esfuerzos
Y bendecido con muchos amores, sin egoísmos.

Jorge REINA Noriega
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jorgereinan@gmail.com

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