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MADRE ATORMENTADA

Pastillita para el Alma 09 – 05 – 19 Madrecita linda doña Rosita Mercedes Noriega Vigo de Reina, contigo hablo todos los días y a cada instante, me encanta cuando juegas conmigo y me escondes mis cosas, o será talvez estoy con tanta juventud acumulada

MADRE ATORMENTADA



13/05/19 - 14:10

Pastillita para el Alma 09 – 05 – 19

Madrecita linda doña Rosita Mercedes Noriega Vigo de Reina, contigo hablo todos los días y a cada instante, me encanta cuando juegas conmigo y me escondes mis cosas, o será talvez estoy con tanta juventud acumulada, que me olvido donde las dejo, y si es así, estoy seguro, que desde donde me miras, te estás riendo y eso me alegra.

Ahora mamita linda, no deseo hablar de ti, ahora quiero escribir, de una viejecita, por encima de los 90 años, no sé si valiente o corajuda, pero que la vi desfilar, en su silla de ruedas, al costado del cadáver de su hijo, dentro de una multitud de gente, pienso la mayoría curiosos o de repente, uno que otro, también con el corazón henchido de dolor o de agradecimiento, que dudo que así sea,  o quizás escondiendo sus felonías y esperando no ser descubiertos.
Las madres del mundo, todas tienen sus virtudes, aunque también hay pocas, que disimulan sus defectos o en el peor de los casos, una que otra que maldice el momento de traer al mundo, un ser viviente, no deseado, pero no es momento de tocar este tema escabroso.

Para una mujer el trabajo del parto, es sumamente doloroso y seguro no se equivoca, cuando una médico especialista afirma, que hay un instante, de “milésimas de segundo, que nuestras madres mueren, en el momento de la coronación”. Ahora hay partos sin dolor, difícil y doloroso era antes y más, si era en provincias y solo con comadronas.

La señora de quien trata esta Pastillita para el Alma, no conozco cuantos hijos tuvo, pero sé que vino del sur del país, donde fundó una agrupación política y contrajo nupcias con un señor, que fue apresado, por ser de la misma agrupación y el hijo, por quien ahora llora su muerte, nació cuando su padre estaba encarcelado.

Esta señora, con gran valor y demostrando su estoicismo, crio a su hijo dentro de las normas de la moral y con mucho sacrificio. Desempeñándose como maestra de escuela compartió sus conocimientos alentando en su hijo sus ideas y principios en lo que sus progenitores creían.

Ella, madre y maestra, con gran nobleza de sentimientos y con alma de poetisa, descubrió la gran materia prima que mostraba su hijo, por lo que se esmeró en su educación, sembrando en su carácter el valor y el dolor de crecer en la soledad, que lejos de deprimirla, servía para tener grandes tertulias y compartir lecturas y enseñanzas, tanto así que cuando estaba en su adolescencia, demostrando a su madrecita, oratoria y facilidad de verbo, debutó en un discurso, en un ambiente igual al que ahora velan sus restos.

En esa tarde, para bien o para mal, el jerarca, seleccionó  4 o 5 niños entrados en la pubertad y entre ellos a  su hijo amado, con lo cual se acabaron las conversaciones después de la cena y empezaron las largas noches, el silencio de la espera y la sombra del alejamiento, donde las ideas empezaron a pesar, más que los sentimientos, sin embargo para una madre, que cree y ve la superación de su hijo, no hay dolor que no pueda soportar, ni sacrificio que no pueda hacer por el bien de su vástago.

Pasó el tiempo inclemente, los triunfos no se hicieron esperar. Las multitudes comenzaron a engañar con aplausos, vivas y pancartas... El mundo estaba a sus pies. Todo era color de rosa.

Las ideas puras y sabias de su progenitora y maestra, al igual que de su líder patriarcal, empezaron a sentirse huecas. Solo vale en el mundo de las mentiras y los halagos superfluos, el que brilla, como el oro, aunque en esencia sea cobre, porque lo único que la sociedad perversa, no perdona, es el delito de ser pobre.

Es difícil juzgar a los hombres, en sus vanidades, en sus debilidades. Cuando todo llega fácil, cuando creen que lo difícil, solo se les presenta a los tontos y a los incautos y el aliento pestífero halagador  de los que te rodean, se disfraza con el aroma del  licor que se envenenan y te engatusan de palabras convincentes de que al todopoderoso no hay nada que lo detenga porque al final de cuentas, ¡Nunca pasa nada!, entonces el hijo bueno de grandes principios maternales, pretende entrar en el camino de la divinidad, más todavía habiendo sido favorecido de Dios y en su trayecto terrenal consiguió alcanzar  dos veces  la cumbre de sus aspiraciones, donde pocos tienen la dicha de llegar.

Plazas y villorrios, balcones y tribunas, ciudades y pueblos alejados, fueron el escenario donde la gente quedaba encandilada con su verso florido.

Cuanto orgullo para la mamá poetisa, para la maestra de escuela primaria que en las despintadas paredes de aula, en sus carpetas envejecidas, había creado un personaje, que era su orgullo y la respuesta a sus años de martirio y a sus miles de oraciones, pegada a las cuentas de su rosario.

Como madre, llena de amor filial con ojos avizores que veían un futuro tortuoso, los días silenciosos se hacían largos y más rezaba porque los sueños de esplendor, se engrandecían, sin la esperanza de no cumplir sus metas. Cuántas veces habrá conversado, en olor a confesión, con su hijo idolatrado y la infinidad de sus consejos seguro   cayeron en saco roto, creyendo en el poder del humo que envanece, con la verdad ineludible, que el que nada atesora, poco vale y con oídos sordos, dejaba de escuchar a su progenitora para oír más a sus consejeros, verdaderas alimañas, en busca de fortuna personal, sin importar el destino de los que menos tienen.

Me he preguntado muchas veces, ¿Cómo debe ser la alegría de una mujer que trae al mundo a un ser que le regala solo dichas y triunfos, que le hace sentirse plenamente orgullosa con la gente que le vitorea y lo aplaude? Tal vez debe sentirse realizada y desea mostrar al mundo sus triunfos, sin embargo, ¿Por qué esta dama circunspecta, que sabía de baños de popularidad, casi nunca se mostraba en público? ¿Acaso era su humildad sobre humana o no deseaba aparecer como madre sobre protegiendo al fruto de su vientre, ni en el país ni en el extranjero?
¿Qué esconderá el destino qué misterio ensombrecido acunó en un hogar al parecer favorecido?

La muerte cobró una vida más. Esta vez no por una enfermedad incurable o por el peso de los años que nos aparta del mundo. Tampoco fue la mano asesina que una existencia declina. Fue aquel que se reveló a las leyes de los hombres y viajó para enfrentarse a la justicia divina.

Para unos un cobarde, para otros un valiente. Para unos un enfermo para otros un ser epónimo, pero lo real es el que vuela a las estrellas, solo deja muchos recuerdos o infinidad de rencillas, odios y querellas.

Sufre el que se queda, y no trato de entender el sufrimiento de toda una familia, solo apretadamente me refiero a la madre con el corazón destrozado, que pierde un hijo y que tiene que soportar todas las inmundicias, ciertas o falsas, en la boca de todo el mundo, en la televisión, en los periódicos y en las radios.

Si las lisonjas y alabanzas cansan, ¿cuánto dolerán los insultos y los escarnios?

Tú viejecita de 90 años, con pelo gris y mirada cansada, con ojos que han llorado, casi todo el tiempo y cuya fuente de dolor, seguro se ha agotado. Tú que ya no tienes paz ni sueño en tus insomnios, que ni tus pies te trasladan ni sostienen tu débil organismo. Tú como tantas mujeres viejas, privadas de un hijo, ya no tendrán un ramo de flores, ni un beso, un saludo ni un abrazo. A ustedes madres del mundo les pido, perdonar al hombre por aumentar el sufrimiento por el hijo ausente y en la sabiduría de matronas de gran hidalguía reemplazar la insanía por la alegría de la piedad de un Cristo y su madre, la Virgen María.

Declaro que no soy de ninguna agrupación política mundana, pero si pertenezco al Partido del Amor, hecho por Dios.

Yo esperaba que Dios me dejaría
gozar la paz de la vejez, contigo,
y que el sol de tu invierno me daría
serena luz y bienestar abrigo
Federico Balart

Jorge REINA Noriega
*AYÚDAME A AYUDAR*
jorgereinan@gmail.com

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