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HASTA PRONTO MI QUERIDO COMPADRE ALEJANDRO ESPEJO

Pastillita para el Alma 10 – 06 – 19 Hoy día un domingo frio, con el pesar de no poder asistir a una ceremonia en la Plaza de La Bandera y el pesar de haber estado el día de ayer en el velorio de la esposa de nuestro hermano y compañero de Promoción

HASTA PRONTO MI QUERIDO COMPADRE ALEJANDRO ESPEJO



11/06/19 - 15:57

Pastillita para el Alma 10 – 06 – 19 

Hoy día un domingo frio, con el pesar de no poder asistir a una ceremonia en la Plaza de La Bandera y el pesar de haber estado el día de ayer en el velorio de la esposa de nuestro hermano y compañero de Promoción, el ex presidente Dr. Conrado Celi, quien sumido en el dolor por la muerte de su adorada esposa, me hacía comprender que la vida es un soplo, que es una quimera, una ilusión, al que debemos estar preparados para soportar dichos avatares, de repente el sonido del teléfono y la voz quebrada por el dolor, de un común amigo, avisándome el viaje al Oriente Eterno del Señor Doctor don ALEJANDRO ESPEJO GALVÁN.

El Dr. Espejo Galván, fue médico de la especialidad de Nefrología, coronel de la Sanidad de las Fuerzas Policiales, con el que ingresamos juntos a trabajar en nuestros primeros años de Medicina en el Hospital Central de Policía, el año 1964. El venía de la Universidad Cayetano Heredia y yo de la Facultad de San Fernando de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y desde el comienzo, nació un sentimiento amical que perdurará aún después de muertos.

Los dos éramos provincianos, el venía del departamento de Huancavelica y yo del departamento de Amazonas. Nuestra amistad comenzó en el hospital, hacíamos las guardias muchas veces en el mismo equipo, refugiándonos en la soledad del que viene como intruso, en aquellos grupos de amigos que se conocen muchas veces desde los colegios primarios. Nosotros, sentamos nuestra amistad, basándonos en la integridad de los valores humanos y en la añoranza de nuestras querencias lejanas. Caminamos por diferentes senderos de acuerdo a nuestras vocaciones. Alejandro se inclinó por la Clínica Médica, donde descolló ampliamente y yo por la Cirugía.

Los dos salimos, según mandan los Reglamentos institucionales a cubrir servicio en el interior de nuestro Perú y retornamos a Lima a nuestro Hospital en el año 1970, Alejandro para la especialidad de Nefrología y tuvimos la suerte, en los primeros años de la década del 70, de integrar un equipo de oro de nuestro Hospital, comandados por dos excelentes profesionales, el Señor Doctor don Francisco Lengua Almora y el señor Dr. don Oscar Gavilano Gutiérrez, e integrados por los señores doctores don Lizardo Helfer Vásquez y Jorge Reina Noriega, como cirujanos y como nefrólogos el Sr. Dr. Jorge Berenguel y el Sr. Dr. Alejandro Espejo, además de médicos anestesiólogos, internistas, infectó logos, laboratoristas, entre otros y un equipo selecto de enfermeras, con los que se hizo el segundo trasplante de riñón en el Perú, con la salvedad de que nuestro equipo lo realizó de un donante vivo, a diferencia del primer trasplante que fue hecho de un cadáver como donante a un receptor vivo. No conozco cuáles son los designios de Dios, pero de todo este grupo de médicos, de ese entonces, que marcaron un hito en la historia de la Sanidad de las Fuerzas Policiales, solo queda un médico con vida.

El Dr. Alejandro Espejo Galván, fue un hombre y profesional extraordinario, catedrático de varias universidades y médico titular en la especialidad de Nefrología en una prestigiosa clínica de la capital.
Sus condiciones como hombre de bien, no tienen parangón. Un profesional que tuvo como ministerio el servicio a los demás. Carismático y amigo del pobre y del rico, de los oficiales y de los subalternos, de sus familiares y de los enfermos civiles.

Alejandro Espejo Galván, hizo de sus centros de trabajo verdaderos santuarios, donde se rinde devoción, respeto y consideración a la razón de nuestra profesión médica, que es el paciente, el enfermo doliente, que trae sus preocupaciones, sus angustias, sus miedos y sus dolores.

Para mi compadre añorado, los grados nunca significaron motivo de orgullo o vanidad, desde que ingresó como capitán médico, llegando hasta la clase de coronel de Sanidad, siempre fue muy humilde en su comportamiento, sin dejarse nunca atropellar y haciendo valer las cosas y razones justas.

Ahora en tu viaje sin retorno mi querido compadre, nos dejas el recuerdo de la grandeza de tu corazón, de la humildad de tus actos, el respeto de tus pacientes, la sabiduría de tus conocimientos que bebieron tus alumnos en la fuente inagotable de tu inteligencia y de tu ciencia, el afecto y los “Dios te lo pague” de tus cientos de pacientes que te confiaron sus sufrimientos y a los que además de mitigar su dolor, le diste la palabra de consuelo, que muchas veces cura y sana, más que las cápsulas, las pastillas, las inyecciones y los linimentos. 

Dr. Alejandro Espejo Galván, alzaste vuelo hacia el infinito, de un momento a otro, vas a reunirte otra vez con tus seres queridos, por quienes ayer lloraste su partida, vas a sentarte a la diestra de Dios Padre, donde se agrupan las almas generosas y buenas que se adelantan en nuestro viaje final, tal vez con la única intención de señalarnos el camino donde todos tenemos que llegar.

Descansa en paz mi querido compadre…, tan cerca en nuestros sentimientos de amistad, que nunca mermaron y se alimentaban, en el abrazo fraterno, las veces que nos encontrábamos y… tan lejos por las pocas oportunidades que nos veíamos.

Tus muchos pacientes, tus amigos, tu familia, tus hijos, tus paisanos y todos los que tuvimos el honor de gozar de tu amistad, compensaremos el dolor de tu ausencia, con el recuerdo de todas las obras buenas que hiciste en esta tierra.

“SEÑOR CORONEL DE SANIDAD DE LA POLICÍA NACIONAL DEL PERÚ, DOCTOR DON ALEJANDRO ESPEJO GALVÁN, DESCANSE USTED EN PAZ”

Jorge REINA Noriega
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