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DOS AMIGOS EN SU VIAJE SIN RETORNO

Pastillita para el Alma 24 – 07 – 19 Las campanas de la catedral y de la iglesia del Señor de Burgos tocarán sus rogativas, Los amigos y los deudos, se pondrán de luto y en las dos principales plazas de la fidelísima ciudad de Chachapoyas

DOS AMIGOS EN SU VIAJE SIN RETORNO



25/07/19 - 04:53

Pastillita para el Alma 24 – 07 – 19

Las campanas de la catedral y de la iglesia del Señor de Burgos tocarán sus rogativas, Los amigos y los deudos, se pondrán de luto y en las dos principales plazas de la fidelísima ciudad de Chachapoyas, como es costumbre en nuestra vieja e inolvidable localidad, habrá una portada que  mostrará su farolito de luz tintineante, anunciando la muerte de dos personajes, que dejan a sus familiares, compungidos de dolor y que casi coincidentemente alzan vuelo a la eternidad, en el mismo día. 

GUSTAVO CASTAÑEDA RUBIO, se fue de este mundo después de haber hecho un largo viaje, tanto en el Perú como en el extranjero, viendo con la vista de los hombres, las maravillas que fascinan y las penurias que entristecen, escuchando con los oídos del alma, las verdades que amargan, las mentiras que duelen y sin poder expresar con el lenguaje sonoro, la voz de su corazón, carente de odio y rencor y lleno de amor y de la paz que poseen los hombres nobles, que viven su paraíso terrenal, muchas veces incomprendido y no entendido.
Viajas a las estrellas, querido Gustavo a reunirte, con tus seres queridos y llevas en tu espíritu la pureza de tus virtudes y el recuerdo de tu incomparable Chachapoyas.

              ¡¡¡ SEÑOR GUSTAVO CASTAÑEDA RUBIO DESCANSA EN PAZ !!!


LUIS HUMBERTO TORREJÓN VALDIVIA, fue un hombre como hay muy pocos en nuestra Patria y que felizmente, todavía no se extinguen del todo, en nuestro pueblo y que ha sido descrito, con el verdadero sentimiento del amigo, que llora profundamente su partida, como lo ha hecho el profesor Pedro Pacheco Sena, de quien guardo un lindo recuerdo, el libro que me obsequió hace muchísimo tiempo “DE LA VIDA Y DEL CORAZÓN” de Silvia Wateau y que frecuentemente lo leo.

No recuerdo  exactamente, en que vacaciones de estudiante universitario, tuve la oportunidad de encontrarme con tres dilectos jóvenes, que estaban terminando la secundaria o entrando a la época difícil de los primeros años de juventud, pero es el caso que Luis Guevara Valdez, mi ahijado que ahora me mira desde el Paraíso Celestial, higosurquino de corazón, se acercó una noche al club  y me dijo que habían dos jóvenes que deseaban conversar conmigo. Eran más o menos las 11 y media de la noche y sin pensarlo dos veces, comenzamos a caminar por la calle de El Comercio con destino a las 3 Esquinas y allí en el chorro, donde decían que se bañaban las brujas, en las noches de luna, me encontré con Luis Torrejón Valdivia y Benjamín Cueva Ríos, que a pesar de mi diferencia de edad me dijeron que querían ser mis amigos, lo cual lo sellamos con dos cuartitos de anisado, camino a las curvas Carolinas, detrás del cementerio.

Así nació una gran amistad, que fue creciendo con el tiempo, a pesar de la distancia obligada cuando teníamos que separarnos por razones de estudio. 

Desde el primer momento mi amigo Lucho Torrejón,  empezó a llamarme “alajita” y así nació nuestro grupo  de 4 personas, “LAS ALAJITAS”, nombre con el que siempre nos saludábamos y empezó una linda devoción en grandes noches de tertulia, generalmente después de la media noche y por las partes aisladas de la ciudad.

Me encantaba conversar con ellos, porque los tres tenían diferentes formas de comportamiento y los temas que tratábamos generalmente eran de índole social o político y buscando siempre un mejor porvenir para nuestra tierra. Tenía oportunidad de enterarme de temas diversos, a veces de chismes de tal o cual pareja, que nos hacía reír y no sentir el frío de la noche.

Cuando regresé recibido de médico a trabajar en la 17 Comandancia de la Benemérita Guardia Civil del Perú, nuestras reuniones eran mucho más frecuentes, pero siempre eran cerradas y los Alajitas no permitíamos que ingrese ninguna otra persona que pudiese traer rencores o disputas, sin embargo algunas raras veces, se integraba el profesor Alfonso Paredes Rodríguez, que era del mismo partido de Acción Popular en el que militaba Luis Humberto y quien traía temas de carácter religioso, con una memoria extraordinaria haciendo referencia a capítulos y versículos de la Biblia. Alfonso también ahora descansa en la paz de Nuestro Señor.

Luis Humberto, un excelente amigo, jamás claudicó en sus principios, fue un gran amigo mío y un pundonoroso socio del club Alonso de Alvarado, tanto o igual que César Collazos, dos fortalezas de lealtad que nunca pude convertirles en higosurquinos, a pesar de mis grandes esfuerzos.

Alguna vez, en nuestras noches de serenatas, a veces con acordeón, otras veces con tocadiscos y cuando ya era subprefecto, le pregunté, como es que habiendo nacido el 22 de febrero, no era aprista y sí, un belaundista a raja tabla…, me dijo, que muchas veces le invitaron a otras organizaciones políticas, pero  jamás cambiaría y con la convicción de los hombres probos y conscientes de sus principios, me repitió, que él se había hecho acciopopulista antes de ser mayor de edad y que jamás claudicaría por ninguna clase de interés social o económico y sin querer venía a mi memoria la misma letanía que decía mi hermano Luis Ángel.

Mi alajita Confite, como cariñosamente le llamaban sus amigos íntimos fue un hombre de grandes principios morales y éticos. 

Alajita Benjita Cueva Ríos, se fue tu hermano,  tu compadre y tu padrino y al hablar contigo sentí tu voz quebrada por la pena y el dolor.  Solo nos queda entender, que la muerte es un fin seguro que algún momento tenemos que afrontar, mientras tanto, vivamos fieles a nuestra gran “amistad escondida y eternizada”, sin bombos ni platillos, sin olvidar jamás que “somos alajitas” no sé de qué metal, pero que no se malgasta, ni se oxida, ni se pudre, que no se achica, ni empequeñece, muy por el contrario, crece, perenniza y se agiganta con los años.

Ahora despidamos a nuestro alajita Confite, un profesional extraordinario con una pluma excelente, amante de la verdad y de las cosas justas, un periodista sin pelos en la lengua, que decía lo que siente y defendía sin inmutarse a los indefensos y a los pobres, en los cuales la vara de la Justicia, se estira o encoje de acuerdo a ciertas circunstancias, según decía y contaba y trasmitía por la emisora Reina de la Selva.

Pienso que el sobre nombre de Confite, no fue heredado, como algunos dicen, sino fue puesto por la dulzura de su amistad franca, leal y decidida a los verdaderos amigos y estoy seguro que arriba en el cielo, junto a otro de los alajitas, el ñato Lucho Guevara Valdez, que emprendió vuelo al lado de Dios, seguirán con la misma alegría con la que vivieron en su pase por la tierra, con la conciencia tranquila de haber cumplido con sus ideales.

¡¡¡ALAJITA, SEÑOR LUIS HUMBERTO TORREJÓN VALDIVIA, DESCANSA EN PAZ ¡!!

Jorge REINA Noriega
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jorgereinan@gmail.com

(Foto Sqala TV)

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