15/08/19 - 04:24
Pastillita para el Alma 12 – 08 – 19
Cuando Christian Barnard hizo el primer trasplante de corazón el 03 de diciembre de 1967, en el hospital Groote Schuur de Ciudad del Cabo en Sud África, al paciente de 54 años Louis Washkansky, fue una noticia que dio la vuelta al mundo y era tan trascendental como la llegada del hombre a la Luna, sin embargo el paciente solo duró 18 días, al cabo de los cuales murió de una neumonía. Cuento esta historia porque en el mismo hospital, en el mismo centro quirúrgico, con los mismos anestesiólogos, igual personal de enfermería de sala de operaciones, también realizaba sus intervenciones quirúrgica el Dr. Ken Pretorius, un especialista en Cirugía de Mano, con quien hice mi entrenamiento en dicha especialidad en 1978 y quien como anécdota y con la seriedad y celos de los hombres de ciencia, manifestaba humildemente, que cuando Barnard, salía del hospital, había una nube de periodistas y reporteros que lo entrevistaban, PERO, que cuando él abandonaba el mismo centro de trabajo, no había nadie quien le tome una fotografía o le haga una pregunta importante y sin embargo el resultado de su trabajo era devolver a la sociedad a un hombre, el cual no era un hombre de vitrina, dentro de una unidad de cuidado intensivos, con sueros oxígeno y catéteres, sino un paciente que sufrió un grave traumatismo de mano, que se reincorporaba para servir a la sociedad y ser útil a sus familiares y con mucha solemnidad opinaba “La mano es un órgano tan importante, como el corazón, pero, que no solo sirve a su dueño, sino también a los que le rodean”. Una tremenda verdad incuestionable.
Es cierto los que vivimos en este mundo, necesitamos del apoyo de las personas que nos rodean y nuestros órganos y sistemas, además de cumplir a satisfacción con nuestras necesidades para nuestra supervivencia, son necesarios para mantenernos en el medio en el cual nos desenvolvemos.
Que grato es para los seres humanos que tuvimos la fortuna de nacer en hogares en los que no se hizo sentir la angustia del hambre o la tristeza de no poder cubrir las necesidades más elementales, aquellos que, sin despilfarro, logramos conseguir nuestras profesiones y mantener a nuestras familias, sin vanidades ni ostentaciones, con la gratitud impagable a nuestro Creador, por habernos bendecido con salud a nuestros seres queridos, aunque como nuestro Señor Jesucristo, también hemos bebido de nuestro cáliz de amargura.
Con enorme satisfacción el día de ayer logré escuchar que los organizadores y funcionarios de los Juegos Panamericanos Lima 2019 agradecían con palabras muy efusivas a los miles de VOLUNTARIOS, que han intervenido en este acontecimiento internacional y de importancia mundial, pues los que realmente sentimos en las fibras más íntimas de nuestro corazón la NECESIDAD DE AYUDAR EN FORMA VOLUNTARIA, es algo que en realidad merece la felicitación y la gratitud eterna, no de los que nos ven o nos sienten, sino de nosotros mismos, de los que verdaderamente sentimos el placer de servir y ser útiles.
Los que tenemos la suerte y el privilegio de llamarnos VOLUNTARIOS, gozamos de la más enorme satisfacción de ayudar a nuestro prójimo, de saber que nuestras manos son una extensión de los latidos de nuestro corazón que aman de verdad y que nuestras ideas y pensamientos se centran en el servicio honesto y sincero de quien va dirigido y se apoya y no se desvían por la miseria humana, que busca solo la figuración y el protagonismo de los que los adulan e inclusive esconden intereses mezquinos, que tarde o temprano se descubren. Con estos principios e ideas, a mí me acompañan en mi diario trajinar, 5 lindas damas la señora Cecilia Emmanuel, Maruja Torres, Sandra Latorre, Juanita Torres y Marita Reina.
Por eso en estos días, en que a nivel mundial, en nuestro amado Perú y en especial en la fidelísima ciudad de San Juan de la Frontera de los Chachapoyas, existe la presencia de cientos de voluntarios de diversas partes del Perú, de nuestra tierra misma y del extranjero, y en los que se cumple la VII Misión Médica Amazonas USA, felicito en la presencia de los señores William Baldarrago y su distinguida esposa y de Homero Oyarce, dos de los tres fundadores de este acto de solidaridad Humana y siento la ausencia del otro fundador el Sr. Víctor Chuquinvalqui, chachapoyano y hermano de corazón, reemplazado por el distinguido profesional el Dr. César Mendoza, quien junto con los señores médicos extranjeros y amazonenses están dejando toda su ciencia en beneficio de los pacientes de nuestra región Amazonas, sin embargo deseo aprovechar esta oportunidad y el cariño de mi hermano José David, para que por intermedio de su emisora REINA DE LA SELVA, y haciendo honor a los voluntarios, en cuya filas cumplo casi 50 años de mi vida, tanto en el Hogar Clínica San Juan de Dios y ahora último en el Hospital de Emergencias Casimiro Ulloa, para rendir mi pleitesía y admiración, a una digna dama amazonense, que se robó un pedacito de nuestro cielo azul de Chachapoyas, para lucirlo en la belleza de sus ojos y tiene dentro de su pecho un altar donde palpita su corazón al unísono con la gente que sufre y soporta y todos los 365 días del año, vive con el dolor de los enfermos de cáncer, con aquellas pobres criaturas en las que parece han sido olvidados a su suerte y en forma anónima cubre sus necesidades más urgentes
¿Que podría hacer yo sin ti, mi querida María Luisa Peláez Bardales de Arana, cuando tantas personas, no solo de nuestra tierra, sino de todo el Perú y aún del extranjero, buscan una cama, una medicina, un paquete de glóbulos rojos o de plaquetas, o un tratamiento para calmar sus males y es casi imposible de conseguirlo sin tu ayuda?.
Hace muchos años te bauticé como mi hada madrina, como la encantadora mujer, que tiene que pedir y suplicar a médicos, muchos de ellos insensibles o pocos piadosos, o a autoridades que a veces mal interpretan nuestras acciones que solo tratamos de amainar los quejidos y secar las lágrimas de pacientes y familiares que imploran y suplican.
Siempre encuentro en ti la sonrisa angelical que disimula tus penas, tristezas y tus escollos y grande fue mi sorpresa cuando una mañana de un domingo, con hombres y mujeres de buenas costumbres, acudíamos para llevar víveres y útiles de aseo, a un albergue de niños y jóvenes con malformaciones cerebrales congénitas, muchos de ellos abandonados a su suerte, sin familia, sin nadie que vele por ellos y de repente, en una de las salas de enfermitos postrados y sin movimiento, también me encontraba contigo, alcanzando pañales, cuidando heridas y alimentando a estas humildes criaturas de Dios.
Me pregunto de dónde te sale tanta energía y me respondo, es el amor de tu querido esposo que te comprende a perfección por eso te das tiempo para tanto, pues tampoco debo olvidar tu tarea de fin de año con los regalos de Navidad para los niños de Rodríguez de Mendoza.
Tal vez no sea de tu agrado este comentario señora presidenta de las DAMAS VOLUNTARIAS DEL INSTITUTO NACIONAL DEL CÁNCER, tampoco no te guste que mencione que eres una de las dirigentes voluntarias de la CASA ALBERGUE DEL PADRE MARTIGNO, y de tantas otras cosas más de obras de caridad en que dedicas tu precioso tiempo, pero es mi obligación moral, en estos días de nuestra Virgencita de Asunta, que nuestros paisanos sepan que no soy YO, el que hace el favor, cuando me piden algo, sino TÚ que eres mi hada madrina, aquella dama elegante y bondadosa, que me tiende su mano cariñosa, para ayudar a los que llegan a la gran ciudad en busca de ayuda, la que sabe el valor de una mano, como mi maestro Ken Pretorius y como él, en la grandeza maravillosa de sus actos, pone la humildad de los hombres buenos que buscan cumplir con los mandamientos de la Ley Cristiana de Hacer el Bien por el Bien mismo y solo pidiéndote disculpas por el atrevimiento de mi Pastillita, que también sabe a una oración, para solo pedirte, mi querida MARIA LUISA PELÁEZ BARDALES DE ARANA, que nunca por nunca olvides el mensaje de II Tes 3:13 .
***UNAS FELICES FIESTAS DE LA MAMA ASUNTA***
Y no se olviden de mi Mama Asunta de la Puerta del Cementerio
Jorge REINA Noriega
*AYÚDAME A AYUDAR*
jorgereinan@gmail.com