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"¿DÓNDE ESTÁN LOS QUE ANTES DABAN POSADA?"

Pastillita para el Alma 06 – 08 – 19 Cuando era muchacho, desde luego hace mucho tiempo y para que no se hagan los “prosas y detallosos” mis compadres David Guevara Valdez, Lucas Torres Zubiate, Jorge Zubiate Torrejón o mi amigo pachaquito Lorenzo Jiménez el Palito




15/08/19 - 04:49

Pastillita para el Alma 06 – 08 – 19

Cuando era muchacho, desde luego hace mucho tiempo y para que no se hagan los “prosas y detallosos” mis compadres David Guevara Valdez, Lucas Torres Zubiate, Jorge Zubiate Torrejón o mi amigo pachaquito Lorenzo Jiménez el Palito, porque por ahí no más estamos en edad, deseo recordarles que en nuestra tierra en la época de verano, es decir cuando no llovía. La gente del campo, acostumbraba quemar los pastos y las ramas secas, lo que se llamaba los ROZOS, con la finalidad de que venga la lluvia, especialmente en la época de las “aradas y las siembras” y así veíamos como ardía las lomas del Pumaurco, los del Shundor o las del Malcala, allá a lo lejos por la punta del Atajo, camino a Molinopampa. 

Algunas veces venía un aguacero fuerte y los rozos se apagaban o muchas veces terminaban con el incendio los mismos pobladores con sus manojos de chishka y retama. 

Pero, en nuestros diferentes poblados, casi nunca ardían las casas, que yo recuerde.

En Chachapoyas, muy pocas veces o casi nunca había incendios en las viviendas, a pesar de que se cocinaba con  chamiza y leña de tayango y guarango en las tushpas de tres o cuatro piedras calizas colocadas en poyo de adobes, donde reventaba la chamiza gracias al soplador de carrizo o al abanico de palma, y se sentía el aroma del olor del café cernido en bolsa o el cuchicaran y la cecina asados a la brasa, mientras hervía la paila de purtomote o de shipashmote y las llamas se alzaban casi hasta el cielorraso de carrizo, humeando la pared con hollín negro azabache, que marcaba el paso del tiempo y aún la riqueza o pobreza del dueño de casa, por las veces y horas que ardía la tushpa.

Fue una noche de un día jueves, después de las 10, no recuerdo de que mes, pero al parecer del año 66, cuando terminábamos una de nuestras reuniones del grupo de ICTUS, bajo la dirección de los padres Pedro Pablo Reátegui y Carlos Gates, con asistencia de monseñor Morriberón y las madres franciscanas encabezada por sor Francisca Antúnez de Mayolo en el salón de actos de la clínica de la Sanidad de la 17 comandancia de la Guardia Civil del Perú, en la casa de doña Esther Chávez de Bardales, en la calle de El Comercio, casi frente lo que es ahora la casa Monzante, cuando nos avisaron que había un incendio una cuadra más arriba, con destino a la plazuela de Burgos.

Salimos corriendo y vimos asombrados como por las dos ventanas de un segundo piso, salían lenguas de fuego, que iluminaban la cuadra 5 del jirón Amazonas, frente a lo que era el dormitorio del padre Guibel, detrás de la Iglesia de La Merced, y los que estábamos allí y conformábamos la Asociación LOS PACHACOS, nos dirigimos presurosos al lugar y provistos de baldes de agua hicimos una cadena humana, de aproximadamente trece personas, alcanzando los depósitos al más audaz de todos el pachaco Trigozo, el chalaco y después de 2 a 3 horas logramos dominar el incendio, de un taller de costura, sin ningún accidente o lesión de alguna persona y salvando la máquina de coser marca Singer y muchas preciosas telas de seda, percalas, satenes y  brocados. 

Ninguna importancia tendría este comentario, sino, solo talvez recordar un hecho intrascendental de
un incendio código 2, que en la clasificación del lenguaje de los Bomberos, es de muy poco valor, sin embargo para esa época en que no teníamos una compañía de Bomberos, sin carros contra incendios, sin mangueras, ni personal especializado, controlar una casa que arde, es reconocer el acto heroico y voluntario de un grupo de jóvenes que arriesgan sus vidas para luchar contra el fuego, como lo hacen ahora los Hombres de Rojo.

Hoy el tiempo ha cambiado. El modernismo ya está en nuestra región Amazonas. Tenemos tres compañías de bomberos. Dos en Bagua y Utcubamba y una en la capital, la compañía de Bomberos Voluntarios Higos Urco N° 101, sin embargo Dios, nos sigue mirando con ojos de misericordia, porque muy pocas veces pedimos auxilio por incendios de casas o edificios y sabemos que nuestras tres compañías serían insuficientes ante un gran siniestro, por razones diversas que no merece mencionarlas.

En estos días que hay gran afluencia de personas a la capital de la región  Amazonas, con motivo de la Festividad de la Virgen de Asunta y nuestra ciudad de Chachapoyas se ve concurrida por todas partes, tanto por paisanos y por turistas de diferentes partes del mundo y donde no hay ni siquiera lugar en los hoteles para darles alojamiento, es que me animo a escribir ésta mi pequeña y humilde Pastillita, a modo de pregunta “¿DÓNDE ESTÁN LOS QUE ANTES DABAN POSADA?” y que no aparezca como un grito de reclamo a la conciencia, sino como una dolorosa realidad, en que por diferentes razones, ahora los que nacimos en nuestra bendita tierra, resultamos siendo los foráneos, que ayer criticábamos a los que ahora son los que abundan y tienen mucho más derechos de los que hemos visto la luz del día bajo nuestro cielo azul, de la fidelísima ciudad de nuestros amores, porque tuvimos que ausentarnos en busca de nuevos horizontes y destinos para nuestros hijos y nietos, en una época en que nuestra región fue la cenicienta de los departamentos de nuestro amado Perú, cuando no teníamos vías de comunicación, luz eléctrica, agua potable, había un solo centro de educación secundaria y un centro superior de formación profesional, la Escuela Normal Mixta de Amazonas. Para muchos de los que ahora nos quejamos que ya no conocemos a nadie y que tampoco nadie nos conoce, la verdad, que es una gran realidad, pues nuestras calles y propiedades ahora ocupadas con nuevos inquilinos,   personas visionarias que vieron en nuestra ciudad una tierra de promisión, adquirieron inmuebles baratos, muchos de ellos en intis y como buenos empresarios esperaron que llegue un mañana mejor y nuestra tierra cambió para Bien. Dos hospitales equipados con instrumentos de primera generación y una plana de profesionales de la salud que ofrecen sus excelentes servicios en los consultorios de los nosocomios, en sus oficinas privadas y en clínicas médicas y dentales con adelantos de diagnóstico y tratamiento como los mejores establecimientos de salud de la capital de la república. Ahora hay una gran universidad con muy buena plana de catedráticos que sacan profesionales de primerísima clase, hay colegios secundarios públicos y privados, cooperativas de ahorro y crédito y la gente extraña se ha contagiado de la riqueza más grande de nuestra región que es el sentimiento de amor y gratitud a la tierra que los cobija y es a ellos a los que va dirigida este mensaje, en este mes de la Reina del Cielo, la Virgencita de Asunta, pidiéndoles que sigan cultivando el amor fraternal entre los vecinos de nuestra región, que los que nos visitan sigan siendo atendidos con el mismo cariño y sentimentalismo que como cuando abandonaron sus casas, que aquellos que miran sus portadas, sus puertas y ventanas, sus paredes blancas y sus techos de tejas, aquellos en los que se les asoma una lágrima y se rueda por sus mejillas, talvez se están imaginando las horas que corretearon en sus patios interiores, jugaron las escondidas en sus huertas y los pilares de sus corredores, esperaron que su dulce madrecita o el viejo de zapatos de charol, terno, con chaleco, corbata y sombrero, voz ronca, se siente a la mesa rodeado de sus hijos en ese comedor amplio con una mesa ovalada y sillas alrededor, mientras por la ventana que daba a la cocina se alcanzaban los platos humeantes de un locro de frejoles y col, con su pedazo de caransho y su buen mate de purtumote en el centro de la mesa, esperando el segundo con su guiso de carne en su hojita de lechuga, su pedazo de yuca y una buena porción de arroz graneado con choclo. Sin faltar su chicha de arroz o de maní, mientras se esperaba el tercero y su tacita de café con su panvasito o su rajita de murón o cemita.

Hermanos chachapoyanos, los propios y los extraños, cuiden nuestra ciudad, manténgala limpia, saluden a los vecinos y sean atentos con los forasteros y LES PIDO a toda la colectividad y especialmente a la juventud estudiantil, cuiden nuestro medio ambiente, ayuden a sus hermanos bomberos, hagan brigadas de voluntarios y en estos meses en que se acostumbra quemar los montes, hagan campañas de prevención de incendios y protejan nuestra flora y nuestra fauna y tengan la seguridad que mañana cuando ustedes tengan la edad de nosotros, que ahora somos extraños en nuestra tierra, ustedes tendrán la misma gratitud, con sus descendientes, por conservar la elegancia y aristocracia de nuestras ciudades, que nos legaron nuestros antepasados  orgullosos de su tradiciones y su abolengo.

Jorge REINA Noriega
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jorgereinan@gmail.com
 

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