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CINCUENTAYCINCO AÑOS NO SON NADA

Pastillita para el Alma 30 – 08 – 19 Aunque parezca una osadía, afirmar que cincuenta y cinco años, no son nada, eso es lo que realmente, hemos sentido el día de ayer, todos los colegas y hermanos de la PROMOCIÓN MÉDICA SAN FERNANDO 1964, cuando por la iniciativa de nuestros ex presidentes

CINCUENTAYCINCO AÑOS NO SON NADA



02/09/19 - 04:48

Pastillita para el Alma 30 – 08 – 19

Aunque parezca una osadía, afirmar que cincuenta y cinco años, no son nada, eso es lo que realmente, hemos sentido el día de ayer, todos los colegas y hermanos de la PROMOCIÓN MÉDICA SAN FERNANDO 1964, cuando por la iniciativa de nuestros ex presidentes y muy en especial por el entusiasmo del vicedecano del Colegio Médico del Perú, el Sr. Dr. Enrique Haro Haro, nos reunimos para rendir tributo al haber salido de las aulas de San Fernando de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Como es natural, iniciamos nuestra conmemoración, rindiendo un homenaje de gratitud a Dios, con una misa en la iglesia de Nuestra Señora de Fátima, celebrada por el párroco padre Carlos Cardó Franco, sacerdote jesuita, amigo personal de nuestro hermano Kike Haro y con la presencia de muchos de nuestros colegas acompañados de sus dignas esposas.  En el evangelio, el padre Carlos se refirió con palabras muy emocionadas a lo que representa el trabajo médico, haciendo alusión especial a la oftalmología peruana, se recordó el martirio de San Juan Bautista, quien nunca cerró sus labios para anunciar la venida de nuestro Salvador ni le tembló la voz para denunciar los actos reñidos con la maldad humana. En el momento del abrazo de la Paz, se sintió en el ambiente las vibraciones espirituales de todos los colegas que sin sus mandiles blancos ni sus estetoscopios, estiraban sus brazos y mostraban la pureza de sus corazones, en una demostración de franca expresión amical. Se hizo dos largas filas para recibir la comunión y en esa reunión de hombres maduros, de rostros marcados por las arrugas del tiempo, de paso lento y cansino, de mirada talvez nublada por las cataratas del tiempo, se dibujaba un halo radiante alrededor de sus cabezas, talvez no de santidad, pero si del deber y la vocación cumplida, con voluntad y sacrificio, a lo largo de sus consagradas vidas de hacer el Bien.

Nuestra reunión continuó en el aula magna del antiguo Colegio Médico del Perú, donde sus muros, sus columnas y el amplio salón era el sitio ideal para un acto de tanta importancia en nuestra vida profesional.  

En el escenario una mesa para las autoridades del Colegio, presidida por la señora doctora Liliana Cabani, decano del Colegio Médico del Perú y de nuestro hermano de promoción el Dr. Enrique Haro, vice decano, los doctores Raúl Urquizo, decano de la III región, Dr. Héctor Medrano, secretario del exterior y el Dr. Agustín Issa, presidente del comité de distinciones honoríficas.
En  el acto protocolario hicieron uso de la palabra las autoridades mencionadas con frases elocuentes de tipo filosófico y de lo que significa la profesión médica llevada como un sacerdocio por personajes, la mayoría de los cuales estamos por encima de los 8 lustros de edad.

El señor vice decano del Colegio Médico, nuestro hermano de promoción, con palabras emocionadas agradeció la presencia de la Dra. Decano y de las autoridades que le acompañaban y con la entereza de un hombre de sublimes principios éticos y morales, con un corazón repleto de amor y lleno de sentimientos, lindando en el llanto, agradeció la presencia de los colegas asistentes a dicho acto protocolario y con frases entrecortadas, por la emoción, recordó la ausencia de los muchos colegas y hermanos que alzaron vuelo hacia las estrellas y se encuentran a la diestra de Dios Padre, de igual manera lamentó la ausencia de muchos de nuestros queridos colegas que ahora se encuentran enfermos, en la cama de una Unidad de Cuidados Intensivos o en el reposo obligado en la comodidad de sus hogares y no nos acompañan, físicamente, pero el recuerdo de todos sus actos revolotean en nuestra mente y nuestros ojos los buscan para regocijarse con la imagen de un tiempo que dejó huellas. 

La señora decano, la Dra. Liliana Cabani, con un discurso emocionado se refirió y saludó a muchos de los médicos presentes que habían sido, inclusive, sus profesores, hizo una descripción de la situación actual de la profesión médica, analizó en voz alta la existencia de más de 52 facultades de Medicina a nivel del territorio peruano, la capacidad profesional actual de los médicos que egresan, sumándose a todo eso, gran cantidad de personal médico inmigrante, que incrementa los sinsabores y no ayudan, casi en nada, en la problemática de salud, así como también una crítica real, sobre los míseros  emolumentos médicos de los profesionales de la salud. Sus palabras valientes, veraces y muy elocuentes, son un reto y un verdadero problema para las autoridades pertinentes. 

Se hicieron entrega de diplomas recordatorios para todos los médicos asistentes, con la salva de aplausos y alegría de los que recibíamos, luego, un brindis de honor y degustamos un elegante almuerzo roseado con exquisito vino y gaseosas.

¡Habían pasado 55 años! ¡Más de medio siglo!
Y allí estábamos, los sobrevivientes en este camino largo, tortuoso, tormentoso. Desafiantes, altaneros, mirando al frente, con nuestros dedos temblorosos sujetando la copa de vino y con la otra mano, disimuladamente, agarrando la mesa para no caernos. 

El tiempo no había dañado nuestra mente, claro, nos marcó surcos indelebles en nuestra piel, se nos cayó el pelo, se hicieron más lentos nuestros movimientos, se apagó un poco la luz de nuestros ojos y el timbre de nuestros oídos, se volvió más lerdo, nuestra piel se ha hecho más delgada, se dibujan la forma de nuestros huesos y nuestros músculos están más flácidos. A algunos se les abulta el abdomen y, como siempre los más pretensiosos, tratan de sumirlo y dibujar una sonrisa en sus labios, sin embargo hay muchos colegas en los que parece que el tiempo no les hizo mella, siguen con el mismo carácter de sus mejores épocas, inclusive con su misma apariencia y cuentan que uno de ellos, con pinta de un muchacho cuarentón, se da el lujo de intervenir en carreras de resistencia allá en los Estados Unidos, otros muestran orgullosos y vanidosos la belleza de sus consortes de sus segundas nupcias. Todo es alegría, risas, chistes, chascarros. Se brinda por los años de estudiante, por el éxito de nuestros hijos y  nuestros nietos, también, porque no decirlo se levanta la copa y el instante eterno de un suspiro, se recuerda aquellos amores que nos privó el destino y como siempre, aunque para algunos no les guste, también debo mencionar a uno que otro, que sin haber sido antes, ahora se sienten vacas sagradas, exitosos y poderosos, por lo cual se les felicita, pero no está bien, cuando  a muchos de sus colegas y sus familiares que llegan a sus centros de trabajo les hacen esperar, les cobran consulta y no tienen ningún gesto de amabilidad, que es lo menos que se puede hacer con un hermano médico que pide y necesita de un servicio.

Pero, mil disculpas por mi mención no oportuna, lo importante que allí estábamos, sin el miedo de antes, ahora queremos enfrentarnos con Baxerías, el monstruo de las Matemáticas y el cálculo infinitedecimal  de Pre Médicas, o el famoso ayudante de apellido Patrón de Química Inorgánica de la vieja casona de San Marcos, el Dr. García Llaque de Biología y Anatomía Comparada, con su famoso sentido del olfato de los Elasmobranquios. Que venga el Dr. Torrealva a desafiarnos señalando el cadáver con su dedo a nivel del esternón y pidiendo que se describa: “De aquí hasta la mesa”, o el Dr. Jerí o el Dr. Lauro Paredes con sus cortes de cerebro de Charcot, o nuestro inolvidable profesor Porturas, con sus pasos fantasmas y su crucero de verano, o el Dr. Villavicencio con su ciclo de Krebs o el Dr Chesman con cuanto mide la onda P o el complejo QRST, o los conversatorios clínicos del maestro Carlos Lanfranco y para los que estuvimos en la Asistencia Pública de Grau las roncadas del Dr. Villanueva, del macho Suarez o los desafíos del Dr. Renzo Corno y su Vivica.

Cincuentaycinco años de haber salido de nuestro viejo San Fernando. ¡Cuántos recuerdos, cuántas cosas vividas! ¡Cuántas desilusiones, cuántos triunfos!
Caminamos por diferentes senderos. Miles de escollos encontramos en nuestro largo trajinar.

La vida nos ha golpeado de diferente manera. Muchos se fueron de nuestro país, algunos se olvidaron de nosotros y de nuestro pueblo, muchos regresan al rincón donde han nacido, trayendo nuevas experiencias, nuevos conocimientos, nueva tecnología y siguen siendo los mismos muchachos de nuestros años jóvenes, sin pretensiones sin vanidades.

A los que nos quedamos por estos lares, también la vida nos ha sonreído. No se cumplió ese presagio que nadie es profeta en su tierra y en la manera de nuestras posibilidades salimos adelante consiguiendo el bienestar y la seguridad de nuestras familias.

Muchos de nuestros colegas incursionaron en la política, otros llegaron a ser decanos de las facultades de Medicina, directores de hospitales y de clínicas privadas, dueños de policlínicos y clínicas de prestigio, profesores en las diferentes universidades, autores de libros y revistas y por lo general la mayoría de nosotros de nuestra Promoción Médica San Fernando 1964, podemos dar gracias a Dios por haber sido bendecidos y llegar a esta altura de nuestra vida con la conciencia de haber hecho nuestro trabajo con mucha responsabilidad y ética moral, sin que ninguno de nosotros haya caído en desgracia por ningún acto delictivo, que yo conozca. 

Escribo, este pequeño comentario, que ostentosamente las llamo mis Pastillitas para el Alma, en atención a mis hermanos y colegas de Promoción Dr. Jorgito Baluarte Guevara y Pedrito Poma Herrera que tienen la bondad de leerme y como agradecimiento a nuestros colegas organizadores de estos eventos trascendentales en nuestra vida profesional.

Somos antorchas que poquito a poquito nos vamos consumiendo.
Sembradores de semillas a lo largo de nuestras vidas, semillas que dieron y seguirán dando espigas de amor y esperanza, convertidas en pan de consuelo que mitiga el hambre de los pobres, en linimentos y frotaciones que calman dolores, en manos piadosas que sacan y extraen tumores, en medicinas que dan paz y tranquilidad a los que tienen temores en el alma, los que ayudan a oír y ver a los privados de la luz y del sonido, a los que cuidan, forman y protegen a los ciudadanos del mañana.

Somos los Médicos de la Promoción Médica San Fernando 1964, de esa generación que supo enfrentarse a las dificultades, en que estuvo en juego el egoísmo humano y la ambición personal y no supo claudicar, ni bajar la cabeza y logró con esfuerzo, sacrificio y devoción, terminar una carrera, para demostrar a nuestros familiares y a la colectividad en general, que para nosotros una limosna se llama trabajo, dedicación y esfuerzo y aquí seguimos fieles a nuestros principios, esperando seguir cumpliendo con nuestra vocación de médicos, donde sigue brillando el sol de la alegría y la misericordia de Dios que nos mira todavía con ojos de piedad, muchos de nosotros todavía al pie del cañón, siendo guías, consejeros y tutores, en forma gratuita,  de las nuevas generaciones.

GRACIAS SEÑOR POR HABERNOS HECHO A LA PROMOCIÓN MÉDICA SAN FERNANDO 1964 CON EL ARTE DE TUS MANOS ENCALLECIDAS Y ENSANGRENTADAS, CON EL SUDOR DOLOROSO  DE TU CREACIÓN Y EL AMOR ENTERNECIDO DE TU MADRE SANTÍSIMA.

Jorge REINA Noriega
*AYÚDAME A AYUDAR*
jorgereinan@gmail.com

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