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CUÁNTOS VERANOS NOS FALTAN

Pastillita para el Alma 19 – 12 – 19 Allá por los años del 80 al 85 del siglo pasado, por estos días previos al fin de año, cuando los rayos del sol se empiezan a manifestar anunciando un verano caluroso, mientras esperábamos en el vestidor de médicos, turno para entrar a operar, un coleg

CUÁNTOS VERANOS NOS  FALTAN



24/12/19 - 09:04

Pastillita para el Alma 19 – 12 – 19

Allá por los años del 80 al 85 del siglo pasado, por estos días previos al fin de año, cuando los rayos del sol se empiezan a manifestar anunciando un verano caluroso, mientras esperábamos en el vestidor de médicos, turno para entrar a operar, un colega meditaba taciturno y se preguntaba, mientras las volutas del humo de un cigarrillo rubio esparcía su aroma mortal de ¿cuántos veranos nos falta?

Tal vez en esa época, la pregunta no tenía ninguna importancia. La vida nos sonreía, nuestra salud era inquebrantable, nada perturbaba nuestra mente, menos por los veranos que teníamos que vivir tendidos en la arena de las playas, gozando de los rayos del sol y divertidos con la algarabía y el bullicio de la gente.

Nuestros años mozos siempre nos va a mostrar la cara hermosa de la vida.
Los jóvenes creen que la vida es eterna, que las dificultades y los problemas no tienen importancia, pero no se dan cuenta que muchas veces estas acciones intrascendentes, dejan huellas imborrables que en nuestra vejez nos pasan la factura.

Uno de los grandes problemas de la juventud, es que nos creemos superhombres, no cuidamos nuestra alimentación, comemos de todo, en forma desordenada y sin un horario especial; abusamos de las bebidas alcohólicas e inclusive del uso del tabaco, más aún con el uso de drogas alucinógenas que deterioran nuestro cuerpo físico y nuestra mente. Jamás hacemos ejercicio y no nos damos cuenta que nuestro organismo es una máquina que necesita mantenimiento y un cuidado especial para que pueda durar bastante tiempo.

Nuestros ojos y nuestros oídos lo malgastamos en las telenovelas. Jamás nos preocupamos de leer buenos libros, de extender nuestro bagaje cultural con autores de renombre o con los clásicos de la literatura universal. Nunca nos preocupamos de que nuestro cerebro es una máquina  con circuitos eléctricos que a la larga se deterioran con el abuso de la alimentación con grasa y con abundancia de azucares y sus derivados, sin prestar atención al beneficio de los ejercicios físicos, o en el menor de los casos, en la simples caminatas y a las finales la gente termina con demencia senil, con Alzheimer, Parkinson o en derrames cerebrales o cardiacos.

Ahora cuando los años pesan sobre la espalda, cuando nuestra marcha se ha hecho lenta, nuestros oídos resultan lerdos para escuchar, nuestros ojos  han perdido el brillo de la juventud y ahora luce un círculo senil, se nota un ligero temblor en los labios al pronunciar las palabras, en nuestra mente hay lagunas de silencio y olvido, se hace evidente esa pregunta del colega médico, que siendo menor en años que yo, que pasó con su salud, que acabó con él y ahora descansa en el valle de los muertos.

Esta vida que es un regalo de Dios, que por encima de ocho décadas, a algunos nos permite disfrutar, a plenitud, de los placeres que el mundo nos brinda, definitivamente no en todo lo que ayer fue el gozo de los sentidos y nos perturbó nuestras neuronas alejándonos de la vida espiritual, que es la que tiene significado y es la razón de nuestra existencia. 

Ahora que el sueño de lo vivido va cerrando nuestros ojos y los recuerdos se mecen entre hilos de fantasía, envueltos por la brisa ligera de nuestras añoranzas y nos parece leer en páginas amarillentas de una novela escondida y tal vez no escrita, los instantes preciosos en que robamos un beso, o cuando el candor de tu niñez  hacía que tus labios temblorosos pronunciaban el nombre de tu amado anteponiendo el prefijo “don”, en el amanecer de tu adolescencia. Quizás se olvidaron esas faldas acampanadas que dibujaba hermosas caderas que bamboleándose recorrían las callecitas estrechas de la ciudad rumbo a los  centros laborales y el color verde de tus ojos como esmeraldas, dudaban entre el amor del policía que reclamaba tus favores a cambio de tu libertad y decidida confiaste en el mozalbete colegial que jamás te dejaría caer y libre de todo, alzaste vuelo para no volverte a ver. Crees que se puede olvidar cuando fuerte como una fierecilla,  dijiste a voz en cuello quien era el hombre a quien amabas con delirio o acaso no han dejado huellas imborrables tu imagen con tu chaqueta blanca en la ventana de un hospital en el que terminaron ilusiones y permanecen para siempre juramentos que jamás se olvidan.

El baile de la vida nos lleva por diferentes salones, de cortinajes de seda de linos y terciopelos, de pisos encerados, brillantes y resbaladizos, donde un vals, un bolero o un chotis, deslumbran a los presentes con tus movimientos suntuosos y elegantes, mientras grita el fuego de una pasión escondida y gimiente,  en los brazos del hombre que te aprisiona y sueñas con delirios de placeres y grandezas que jamás nunca se cumplen.

La vida de ilusiones y parodias, de tristezas y penas indescifrables, de decepciones y mentiras.  

Nos aferramos a la vida y nos cuesta comprender que somos gente de muerte.
Sin darnos cuenta nuestra vida se va extinguiendo como la luz de una  vela y nos resistimos a creer,  que se va terminando la cera y como una pavesa, nos vamos quedando sin luz, en un pequeño cúmulo de carbón, que volverá a la tierra, donde es  el destino final de nuestro cuerpo físico, pero nuestro espíritu que es propiedad de Dios, solo retornará a la mansión celestial, para vivir eternamente en la alegría de Nuestro Señor Jesucristo y su madre Santísima, la Virgen María, al lado de nuestros seres amados que se nos adelantaron en el camino de su encuentro con nuestro Creador.    
             
Mientras tanto y esto suceda indefectiblemente, debemos seguir dando cara a la vida, jugando nuestras cartas limpias hasta al final de nuestros días, con entusiasmo y alegría  y haciendo que el invierno de nuestra existencia, sea un verano permanente con el calor que irradia nuestra gratitud de los años que estamos en este mundo, sin haber hecho daño a nadie en forma consciente y con la alegría de nuestra familia y de nuestros amigos, especialmente nuestros paisanos de nuestra tierra bendita Amazonas, que son la Familia grande, con que Dios nos ha premiado.

                “FELIZ NAVIDAD Y VENTUROSO AÑO NUEVO”        

Jorge REINA Noriega
*AYÚDAME A AYUDAR*
jorgereinan@gmail.com               

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