03/04/20 - 05:40
Pastillita para el Alma 03 – 04 – 2020
Para ti MAESTRO PUEBLO, un homenaje a tu labor sacrificada como maestro. Maestro que resume la labor más grande que puede tener un ser humano, cual es, la de formar Hombres. Personaje muchas veces incomprendido, no reconocido, verdadero apóstol de Cristo, que trabaja en forma consagrada, venciendo dificultades en los lugares más indescriptibles, como en las hondonadas de las quebradas, en el frio intenso de la puna o en el calor insoportable del temple. Tu maestro, mal remunerado, menos preciado, a veces médico, partero, enfermero, consejero, juez y muchas veces sacerdote sin sotana,…, testigo real de la verdadera situación psicosocial de nuestra población.
A ti Maestro Pueblo y a todos tus colegas, los señores maestros, que gracias a ustedes somos los profesionales, las autoridades, los representantes, que orgullosos mostramos un título, fruto de su desvelo, de su voluntad tesonera, de su espíritu altruista, para ustedes que ya tienen ganado un lugar en el cielo al lado del Maestro de Maestros, nuestro Señor Jesucristo.
Para ti Maestro Pueblo, que conoces nuestra historia, nuestras costumbres y tradiciones, va esta pequeña Pastillita, que hoy día me pediste en radio Reina de la Selva.
¡Cómo ha pasado el tiempo y cómo ha cambiado la gente!
Personalmente yo, que llevo una ruma de años sobre mi espalda, a consecuencia de mi juventud acumulada, se me hace muy difícil olvidar los momentos más felices de mi larga existencia, cuando en mi infancia y adolescencia viví al lado de mis padres y de mis hermanos en la ahora progresista ciudad de Chachapoyas.
Como voy a olvidarme el olor a la chamiza y a la leña de tayango que ardía en la tushpa de la cocina de mis viejos. La tushpa tres o cuatro piedras calizas, sobre un poyo de tierra y las ollas de arcilla traídas de Huancas, la más grande para el locro de frejoles, con rajitas de yuca y su caransho de chancho, dos ollitas más para el arroz y el guiso, otra olla grande para el mote y el cántaro de café cernido en bolsa.
Claro que no había Ajinomoto, ni Maggy, tampoco sal marina, pero si teníamos sal en piedra traída de Yurumarca, la más blanquita molida en un platito para la mesa, con su cashquesita para el ají molido, rocotos con su cebollita picada de las huertas detrás del huayco, donde también había el perejil, el shilshil, la yerba buena, las papas huagalina, los choclos y a veces los lopes o pajuros, que era como frejoles grandes y adornaban la mesa con su jarrita de chicha fresca de arroz de doña Brígida.
No había aceite Primor ni de Oliva ni Cocinero, sino manteca de chancho, blanquita en una ollita con su huisha de palo y en otra ollita más chiquita su misto casi de color granate.
El café se tostaba en una cashque grande y se molía en un batán con su chungo y cuando el agua estaba hirviendo se colaba en una bolsa de tela con su extremo abierto con su alambre como una argolla grande y su mango enrollado con madera o con trapo para que no queme.
No había edulcorantes como Splenda o Stevia, pero si teníamos nuestros tongos de chancaca que venía de Guayabamba, antes que se llame Rodríguez de Mendoza, donde también producían azúcar en terrones, además de las sabrosas cajetas de guayaba, de leche y confites de maní.
Los panes de yema, biscochos. Murones y bizcochuelos se compraba en doña Petita Castro o en doña Aurora Angulo y el queso generalmente lo traían de Inguilpata, una familia Mesía de Luyaurco.
Los huevos eran de gallinas que se criaban en los corrales o en los patios de la casa, donde además siempre había un chanchito que se engordaba para el mes de diciembre para la noche buena o la fiesta de fin de año.
Agua, había en un chorro en la esquina de la plaza de armas, entre el jirón Ayacucho y Grau y no recuerdo bien si había otro en la esquina de la municipalidad. Había otro chorro de agua en la esquina de la Merced y el jirón Amazonas, así como en la Sapra y en las Tres Esquinas del Barrio de la Laguna, así como en el Pozo de Yanacu de Luya Urco. La gente recogía el agua en cántaros o en baldes. Algunas familias tenían pozos de agua en las casas, como era el caso de nosotros, donde el agua era cristalina y reventaba en una esquina del primer patio, de donde se sacaba el agua a veces con oltos o renacuajos en cántaros con una soga de cabuya. En esa época no recuerdo que nadie hacía hervir el agua y creo que nadie se enfermaba con fiebre tifoidea o de gastro enterocolitis y si alguien tenía el estómago flojo allí estaban las recetas del Dr Burga o el Dr. Benzevile con sus cucharadas de subnitrato de bismuto con elixir paregórico, que lo preparaban en la botica de don Benjamín Reina o en la Botica de don Luis Rojas, el popular muncha Rojas.
Había un día especial a la semana en que las señoras se iban a la “lavada”, en unos pozos que había en la ladera del Cerro de Shundor, la ropa lo tendían en las ramas de los tayangos y las pencas para que se seque. En esa época no había jabón, muchos usaban penkas y pepas de choloque.
En los primeros años de mi infancia y hasta cuando era colegial no había luz eléctrica y estudiábamos con vela, lámpara o linternas de kerosene y teníamos que usar lo más que se pueda la luz del día, desde las 5 de la mañana, cuando el día arrayaba.
Toda esta pequeña reseña que en forma muy sencilla y a vuelo de pájaro hago, se debe a que escuchando y viendo a través de los videos que llegan a mi poder, compruebo como la gente de nuestro pueblo, no solo de Chachapoyas, sino de muchas de las provincias de nuestra región Amazonas, hacen caso omiso a las disposiciones que se ha dado por el poder ejecutivo para cumplir con el aislamiento en esta época de Cuarentena, para que entiendan que nuestro sacrificio de cuidar nuestra vida es solo un sacrificio de treinta días, que no es mucho o es casi nada con todo lo que hemos vivido la gente de mi generación en la ciudad de Chachapoyas, donde solo había un solo colegio de educación secundaria que era el Colegio San Juan de la Libertad y como es que los estudiantes, hombres y mujeres, tenían que venir de Rodríguez de Mendoza y de Bagua a lomo de mulo durante tres o cuatro días y a veces seis en el caso de los que venían de Bagua.
Ahora tenemos colegios, institutos y una gran universidad de mucho prestigio como es la Universidad Toribio Rodríguez de Mendoza, que va a la vanguardia de la ciencia a nivel nacional. Felicitaciones señor rector y plana docente y administrativa.
El COVID-19 no es una simple gripe, es una enfermedad muy peligrosa de contagio rápido, que en el peor de los casos produce una neumonía grave, que destruye los alveolos pulmonares, que son las unidades funcionales, donde se realiza el intercambio de oxígeno del aire con el anhídrido carbónico, que es lo más importante para la vida del ser humano. Un hombre sin beber agua puede vivir hasta 5 a 7 días, sin alimento hasta 25 o 30 días, pero SIN AIRE, máximo hasta 3 o 4 minutos, al término de los cuales viene la muerte.
Con el COVID-19 cuando ya falta el aire tiene que hospitalizarse y usar un respirador mecánico para que le ayude a respirar, con un tubo metido en la garganta, sin poder hablar, sin poder tomar y comer alimentos, con sueros y antibióticos y si logra conservar la vida, sale de la Unidad de Cuidados Intensivos, después de 25 o 30 días y en Chachapoyas. Según tengo entendido en el hospital regional solo tiene 4 respiradores, de los cuales uno está malogrado.
Paisanos con esta enfermedad, no hay un tratamiento eficaz y tampoco hay vacunas para prevenirlas, la UNICA VACUNA ERES TÚ, para protegerte tú mismo y a tus familiares y a toda la colectividad.
Por lo que más quieras TE RUEGO, QUÉDATE EN TU CASA.
Aprovecha para conocerte tú mismo, para pedir perdón por las cosas, que, de repente, sin querer hiciste, para encontrarte y reconciliarte con tu pareja, para que entiendas que la pasión y el sexo, algún rato se termina, pero el amor y la amistad, nunca se acaba. Reconcíliate con tus hijos, conócelos y entiende sus necesidades, sus angustias, sus alegrías, sus penas, sus triunfos, sus derrotas.
Humíllate ante Nuestro Señor Jesucristo y reconoce nuestra debilidad y Su infinito Poder, su sacrificio ante la cruz por nuestra salvación, entiende que siendo divino, jamás fue soberbio, envidioso o petulante ante los menesterosos, que fue el más humilde del mundo.
Pide perdón a DIOS, por no corresponder casi en nada, todo lo que EL te da y recibes sin merecer, ayuda en lo que puedas a sus ovejas y cuida de su rebaño, que tu recompensa está en los cielos. Ama hasta la muerte y no odies ni dañes a nadie.
Gracias Maestro Pueblo por aceptar esta humilde Pastillita.
Jorge REINA Noriega
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