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BENEDICTO AMPUERO MUÑOZ

Pastillita para el Alma 13 – 04 – 2020 Alzó vuelo al Oriente Eterno, un viernes Santo, nuestro querido hermano Benedicto, para incorporarse a la legión de Honor y de Bien de Nuestro Padre Celestial, después de cumplir una vida pletórica de servicio, acá en la tierra. Vino muy joven a la c

BENEDICTO AMPUERO MUÑOZ



17/04/20 - 05:43

Pastillita para el Alma 13 – 04 – 2020

Alzó vuelo al Oriente Eterno, un viernes Santo, nuestro querido hermano Benedicto,  para incorporarse a la legión de Honor y de Bien de Nuestro Padre Celestial, después de cumplir una vida pletórica de servicio, acá en la tierra.

Vino muy joven a la capital de la república y postuló a la Escuela de la Guardia Civil, vistiendo con orgullo el uniforme que le dio la Patria y cumpliendo a cabalidad con su lema “EL HONOR ES SU DIVISA”  y convertido en un caballero de la civilidad, retornó a su tierra, donde trabajó en diferentes puestos de la hoy vasta región Amazonas, dejando a su paso, muchos amigos, fruto de su carácter amable y en la rectitud del cumplimiento de sus funciones.

Le conozco, cuando llego a trabajar como médico, en la 17 comandancia de la Guardia Civil y siendo de diferentes generaciones, iniciamos una linda amistad, que se prolongó acá en la ciudad de Lima, donde alguna vez como bombero, visité su domicilio para transportar un paciente y ante el asombro de alguno de sus familiares, al verme cargar la camilla, se apresuró en decir: Jorge es hermano de su amigo el Venao, chapa que le pusieron por ser un gran velocista y ágil como los ciervos o venados.

En su actividad policial, también sirvió como miembro de la Guardia Civil en la policía montada, formando la escolta de su escuadrón, fue cambiado al Cuzco en 1948 y después al departamento de Amazonas en el año 1953, hasta que se jubiló.

Nuestra apacible Chachapoyas se convirtió en su tierra querida, aunque había nacido en Luya, pero la tranquilidad y el cariño de la gente de la fidelísima lo adoptó como uno de sus hijos preferidos, por su hombría de bien, por ser un fiel y correcto amigo.

Contrajo matrimonio con la dama amazonense Olinda Yomona, formando un hogar muy especial donde reinó el amor y la comprensión, en todos los aspectos, hasta que muere su esposa en el año 2009, aquí en  Lima, un año después de cumplir sus bodas de oro matrimoniales y desde esa fecha cambia su vida, sin embargo soporta con estoicismo su viudez, siempre con el cuidado cariñoso de sus familiares. 

Muy disciplinado en todas sus actividades, se levantaba a la 4 de la mañana, para estudiar los reglamentos de su Institución e inclusive los códigos de justicia, civil y penal, cuando ya arrayaba el día se iba a correr por la carretera hasta el Molino, pasando por el viejo hospital, el Alfalfar y la Villa de París; a su retorno, muchos de los colegiales que a las 6 de la mañana entrenábamos en la cancha de Belén, le veíamos cuando presuroso pasaba para irse a ponerse su uniforme y entrar a cumplir su servicio a las 8 de la mañana.

Nunca tuvo un castigo, ni una llamada de atención. No perdió ningún ascenso, llegando al último escalón del  grado superior en su clase, siendo felicitado por sus compañeros y por sus jefes.

En Chachapoyas era miembro de una sociedad hermética, donde alcanzó el grado sublime de maestro y su desempeño fue ejemplar, cumpliendo con sus obligaciones a cabalidad, asistiendo regularmente a las sesiones, siendo muy dadivoso en sus donaciones y en el servicio a la gente, inclusive a sus superiores a quienes inclusive les daba alojamiento, en una de sus tantas casas. 

Se fue nuestro “Venao” a recorrer nuevos campos verdes y llenos de manantiales, a sentarse a la diestra de Nuestro Padre Celestial, con la conciencia del deber cumplido, sin odios, rencores  ni venganzas, tal vez ya no a construir casas de material noble, con puertas de roble y pisos de nogal, solo a mostrar su alma noble y generosa a Nuestro Creador y dejando en la pena más grande a sus amados hijos, sus nietos y bisnietos, quienes compensarán en algo su pena, con todo el amor que les dio en la tierra y por ser profesionales de éxito, fruto del esfuerzo de un hombre maravilloso, que les inculcó la disciplina, la honradez y la bondad y su grandioso ejemplo de servir a nuestros semejantes, tal como nos enseñó nuestro Señor Jesucristo.

“QUERIDO HERMANO, SEÑOR DON BENEDICTO AMPUERO MUÑOZ, DESCANSA EN PAZ”

Jorge REINA Noriega
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